La presencia de arsénico en el agua potable continúa siendo un tema crítico para la salud pública en Argentina, especialmente en provincias que dependen en gran medida de acuíferos y perforaciones profundas para el abastecimiento de agua. Un reciente informe elaborado por expertos del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) aporta nuevas evidencias sobre la distribución de este elemento natural en el territorio nacional y permite dimensionar su impacto potencial en comunidades enteras.
El estudio, liderado por el Dr. Jorge Daniel Stripeikis, se basa en el análisis de muestras de agua provenientes de diversas regiones del país y se plasma en un mapa que identifica los niveles de arsénico registrados en cada zona. La iniciativa busca aportar datos precisos y actualizados para orientar políticas públicas, estrategias de prevención y medidas de mitigación en áreas donde los valores superan los parámetros seguros establecidos a nivel internacional.
El arsénico es un material que se encuentra de manera natural en la corteza terrestre y que puede pasar al agua subterránea a través de procesos geológicos. Sin embargo, su presencia no siempre implica un riesgo: el nivel de toxicidad depende de su forma química y de su concentración. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte especialmente sobre la variante inorgánica, considerada altamente tóxica y relacionada con problemas crónicos de salud como lesiones cutáneas, cáncer, enfermedades cardiovasculares y alteraciones en el sistema nervioso.
En Argentina, varias provincias históricamente registraron niveles elevados de arsénico en sus acuíferos, un fenómeno que obliga a comunidades enteras a tratar el agua o buscar fuentes alternativas para evitar la exposición prolongada. El nuevo mapa del ITBA permite observar con mayor precisión cómo se distribuye este problema y qué áreas presentan mayor vulnerabilidad.
La publicación del estudio también abre nuevamente el debate sobre la calidad del agua en zonas rurales y periurbanas, donde el acceso a infraestructura de potabilización es limitado. En estos lugares, los niveles de arsénico pueden variar considerablemente entre pozos próximos, lo que obliga a realizar controles periódicos y a disponer de tecnologías de remoción adaptadas a cada caso.
En el caso de Catamarca —una de las provincias donde históricamente se han registrado valores variables— el relevamiento aporta datos clave para comprender la magnitud del problema y orientar acciones preventivas. Si bien los niveles pueden diferir entre departamentos y localidades, el mapa del ITBA confirma que la provincia forma parte de la región donde este fenómeno requiere especial atención, dada la geología del terreno y la dependencia del agua subterránea. Esto implica reforzar los análisis de calidad del agua y promover soluciones accesibles para el tratamiento doméstico y comunitario.
Para los especialistas, la información del mapa constituye una herramienta fundamental no solo para las instituciones gubernamentales y sanitarias, sino también para los propios habitantes, que pueden conocer con mayor detalle las características del agua que consumen. En un contexto donde la OMS insiste en los riesgos de la exposición prolongada al arsénico inorgánico, contar con datos actualizados es clave para prevenir enfermedades y reducir desigualdades en el acceso a agua segura.
La iniciativa del ITBA vuelve a poner en agenda un problema histórico: la necesidad de una vigilancia constante y políticas de saneamiento que permitan garantizar un derecho básico como el acceso a agua potable de calidad. El mapa, además, actualiza el diagnóstico nacional y sirve de punto de partida para mejorar la infraestructura, priorizar zonas críticas y orientar futuros proyectos de investigación.