El caso de Nata, el adolescente de 14 años que vive en un hogar de Rosario y que sueña con tener una familia, generó una repercusión inesperada y masiva en todo el país. Tras la difusión de un video en el que el propio chico expresa su deseo de ser adoptado, el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA) recibió más de 400 solicitudes de personas interesadas en brindarle un hogar. Así lo confirmó la jueza a cargo de su situación, María José Campanella, en diálogo con el programa Tarde o Temprano.
Nata reside actualmente en una institución de cuidado alternativo debido a que sus padres se encuentran privados de la libertad. Su historia, marcada por la vulnerabilidad pero también por una fuerte claridad sobre lo que desea para su futuro, conmovió a miles de personas. En el video que se viralizó en redes sociales y medios de comunicación, el adolescente habla sin intermediarios y realiza un pedido concreto: quiere ser adoptado y formar parte de una familia, específicamente con una mamá, una preferencia que se explica por su historia personal.
Durante la entrevista radial, la conductora Silvia Fernández Barrio planteó uno de los debates centrales en torno a la adopción: las dificultades y temores que suelen aparecer cuando se trata de niños y adolescentes mayores. "Sabemos que el bebé o hasta los 3 años es más fácil, y me imagino que hay miedo a los chicos más grandes por el tema de cómo se integran a la familia", señaló.
La jueza Campanella fue contundente en su respuesta y puso el foco en los prejuicios que persisten en la sociedad. Explicó que, cuando las personas se inscriben en el RUAGA, el porcentaje de quienes manifiestan disponibilidad adoptiva para niños mayores de 7 años es muy bajo. "Hay un prejuicio muy grande, vinculado a la idea de que si yo no puedo moldear al niño a mi manera, entonces no voy a poder con esa adopción", afirmó.
En ese sentido, la magistrada remarcó que muchas de esas creencias están asociadas a una noción de control que los adultos creen tener —o deberían tener— sobre los hijos. "En definitiva, nunca se tiene ese control. Se piensa que el niño trae consigo normas, hábitos o experiencias que no se van a poder cambiar, y eso es un error. Forma parte de un prejuicio social muy instalado y también de una gran falta de información", subrayó.
La repercusión del caso de Nata parece haber puesto en tensión esas ideas previas. Ante la consulta de la periodista Belén Ludueña sobre si ya se habían recibido postulaciones concretas tras la difusión del video, Campanella confirmó la magnitud de la respuesta. "Esta mañana nos encontramos con que en el RUAGA hay más de 400 mails", detalló.
Sin embargo, aclaró que ese número no implica automáticamente 400 procesos adoptivos en marcha. "El RUAGA, junto con el equipo de Niñez, va a entrevistar a las personas, pero necesitan más información. Hay muchos mensajes que dicen 'quiero información de Nata' o 'lo quiero adoptar', pero es necesario profundizar", explicó la jueza.
Además, recordó un punto central del caso: el propio deseo del adolescente. "Él hizo un pedido concreto. Por su historia, no quiere papá y mamá; él quiere una mamá", precisó Campanella, remarcando que la voz y la voluntad del niño son elementos fundamentales en cualquier proceso de adopción, tal como lo establecen las normativas vigentes en materia de derechos de la niñez.
El caso de Nata no solo visibilizó la situación particular de un adolescente en espera de una familia, sino que también abrió un debate más amplio sobre la adopción de chicos y chicas mayores, los prejuicios que la rodean y la necesidad de fortalecer políticas públicas y campañas de información que promuevan una mirada más inclusiva y respetuosa de los deseos de quienes esperan ser adoptados.