Menú detox de tres días: para recuperarse antes de Año Nuevo
Tras los excesos de estos días, el cuerpo suele manifestar fatiga y pesadez digestiva. Los expertos sugieren un menú desintoxicante basado en alimentos naturales, hidratación profunda y reducción de sodio para optimizar la función hepática y llegar con energía a las celebraciones del 31 de diciembre.

El paso de la Nochebuena y el almuerzo de Navidad suele dejar una huella visible en el bienestar físico. La combinación de harinas refinadas, azúcares en exceso, grasas saturadas y el consumo de alcohol —propios de los banquetes festivos y las múltiples reuniones de fin de año— generan una sobrecarga en el sistema digestivo que se traduce en inflamación, pesadez y falta de energía.

En este contexto, el periodo de transición hacia la llegada del Año Nuevo se presenta como la ventana de oportunidad ideal para ofrecerle al cuerpo un "respiro". Lejos de los ayunos restrictivos o las soluciones mágicas, una alimentación ordenada y liviana permite que los órganos encargados de la limpieza natural del organismo, principalmente el hígado y los riñones, realicen su trabajo de manera eficiente.

Las bases de la depuración natural

El concepto de "detox" aplicado de forma profesional no busca reemplazar las funciones biológicas, sino facilitarlas. Durante estos días previos al 31 de diciembre, es fundamental reducir drásticamente el consumo de sodio (sal) y eliminar los productos ultraprocesados. La sal favorece la retención de líquidos, lo que acentúa la sensación de hinchazón abdominal.

Por otro lado, la hidratación estratégica es el pilar de este plan. Beber agua mineral, infusiones digestivas o jugos naturales sin azúcar ayuda a los riñones a filtrar y expulsar los residuos metabólicos con mayor facilidad. A continuación, presentamos una guía de tres días diseñada para desinflamar y recuperar la vitalidad.

Plan de alimentación: Tres días para el bienestar

Día 1: Foco en la desinflamación y rehidratación

El primer objetivo es bajar los niveles de inflamación intestinal.

Desayuno: Una infusión de té verde o manzanilla. Se acompaña con una rodaja de pan integral con palta (grasas saludables) y unas gotas de limón.

Media mañana: Una pieza de fruta con alto contenido de agua (ananá, pera o manzana).

Almuerzo: Ensalada abundante de hojas verdes, pepino y zanahoria rallada junto a una pechuga de pollo grillada. El aderezo debe ser simple: aceite de oliva y limón.

Merienda: Yogur natural descremado con una cucharada de semillas de chía o lino (fuente de fibra).

Cena: Sopa casera de verduras (zapallo, zanahoria, puerro y cebolla). Finalizar con una infusión digestiva antes de descansar.

Día 2: Activación del metabolismo y limpieza

Se busca aportar nutrientes esenciales sin sobrecargar la digestión.

Desayuno: Licuado de frutas procesado con agua o bebida vegetal (pera, espinaca y un toque de jengibre para activar el metabolismo).

Media mañana: Un puñado pequeño de frutos secos (nueces o almendras).

Almuerzo: Filet de pescado blanco al horno o a la plancha con puré de calabaza o batata, acompañado de una ensalada de tomate y hojas verdes.

Merienda: Té de boldo o menta con una tostada integral y queso untable magro.

Cena: Omelette de claras y un huevo entero con salteado de vegetales.

Día 3: Alivio hepático y recuperación energética

El último día prepara al cuerpo para afrontar la última cena del año con reservas renovadas.

Desayuno: Avena cocida con agua o leche descremada, con rodajas de banana y canela.

Media mañana: Jugo natural de naranja o pomelo recién exprimido (sin azúcar agregada).

Almuerzo: Ensalada tibia de lentejas con huevo duro, cebolla morada, zanahoria y perejil fresco.

Merienda: Fruta de estación acompañada de una infusión digestiva.

Cena: Crema liviana de vegetales procesados y una tostada integral. Se recomienda finalizar con agua o un té suave.

Adoptar este esquema no solo mejora la digestión, sino que contribuye a un mejor descanso nocturno, permitiendo recibir el nuevo año con una sensación de ligereza y equilibrio.