Este domingo se celebra el Día del Niño, ahora llamado Día de las Infancias. Desde el punto de vista comercial, lo más alentador es un posible despegue de las ventas de Mattel, creadora y dueña de la marca de muñecas Barbie, tras el rotundo éxito de la película en la pantalla grande.

Pero los problemas con las importaciones sumado al “efecto elecciones”, con la consecuente disparada de precios y suba del dólar, preocupa a los comerciantes en un mes clave para la recuperación de las ventas.

Pero lo verdaderamente preocupante para las jugueterías es el avance de la tecnología. La industria del juguete sufre las consecuencias de una tendencia cada vez mas firme a pesar de lo desaconsejable que son las pantallas para los mas chiquitos.

Docentes y pediatras coinciden en que los menores de dos años no deberían estar expuestos demasiado tiempo a móviles o tablets porque es la etapa en que necesitan contacto directo con las personas.

Este panorama, me puso a pensar en cómo se vivía esta fecha tan especial en las casas de quienes pertenecemos a la Generación X y es así que invito a los nacidos entre 1965 y 1981 a revisar los altillos virtuales de la niñez.

Probablemente, venga a tu memoria el ruidito a un Pocketer en funcionamiento, el gusto inolvidable de la chocolatada fría en botellita de vidrio, el olor a la macilla que le ponías a los autos de carrocerías de plástico transparente pintados con Deka. ¿También le ponías una cucharita por debajo para darle estabilidad y llegara mas lejos?

Travesuras. Aquel juego de agua de la marca Tomy al que le pusiste soda o Gini para hacerlo mas divertido, aunque tu viejo se disgustara.

A lo mejor, pienses en la querida Aurorita con asiento banana y los patines con cuatro ruedas y cintas color naranja. O el proyector Cine Graf y la voz de la vieja leyendo en voz alta lo que decía la tira. La Scalextric o la vanguardista New Space Capsule de hojalata.

La simpleza del Yo-Yo, Tiki-Taka, Palitos chinos, barriletes, trompos, títeres, rompecabezas y Kalkitos. Seguramente, te tomará por sorpresa la nostalgia al recordar el papel celofán rojo, azul y verde con el que envolviste las lamparitas del comedor en aquellos primeros “asaltos”.

En definitiva, aquellos Días del Niño se festejaban con menos plata, incluso confeccionando el juego: pelotas y muñecas de trapo, autos con cajas de zapatos.

Lo importante era estar un rato más en la esquina del barrio, o en la calle de tierra, haciendo una carrera de embolsados, una sillita de oro, jugando a la escondida, la Mancha venenosa, el Ahorcado, la Payana, la Rayuela, el Tutti Frutti.