Profunda tristeza y dolor causó entre sus familiares y allegados la confirmación del deceso de Doña Lorenza Mamani, acaecido esto durante la madrugada del lunes en el sanatorio privado de la Capital donde permanecía desde hace casi tres meses. La última diaguita, como era conocida, se apagó luego de un muy largo periodo de internación provocado por un segundo ACV isquémico del que no pudo recuperarse, a diferencia del anterior, ocurrido en febrero de este año.
En cuanto al adiós a su tierra y la despedida de su gente, esta será en el Paraje Pampa Blanca, luego del traslado de su cuerpo en un largo viaje por tierra hasta Fiambalá. Allí será la municipalidad de esta localidad la encargada tanto del velatorio como del sepelio, que según indicaron va a ser en Tatón. De esta manera la comuna sostendrá hasta el final los cuidados y atenciones para con ella, además de brindar contención a Eugenio, el sobrino que la tuvo a cargo desde el 2021.
El regreso a la Pachamama
Lorenza La sola, que era la otra manera en la que se la llamaba, ya volvió a la Pachamama luego de transitar estas tierras por más de 100 años, y será este dato el que siempre quede en la nebulosa, porque ni siquiera su sobrino podía dar precisión sobre la fecha en la que nació su tía. Ella había vivido gran parte de su vida en el cerro San Buenaventura, en Río Grande, al norte de Fiambalá, una zona de difícil llegada, a la que se accede luego de ocho horas a lomo de mula.
Allí, a unos 4000 metros en la alta cordillera, había pasado gran parte de su larga existencia sola con sus animalitos. De ahí le surgió el mote con el que se la conoció a nivel nacional, luego de una entrevista que la visibilizó para los de fuera de esta provincia. Y lo decimos así porque el vínculo de Lorenza con su tierra, con sus animales, con sus ancestros, pero también con los poblados y sus vecinos, ha enternecido a generaciones de catamarqueños. Lorenza, la que este lunes partió, no es un personaje, sino que es parte de la historia. De hecho, tiene más de un poema dedicado a ella, y alguna que otra canción.
Su salud y el final
A finales de junio del 2021 se registró el primer episodio preocupante, al punto que se recuerda el traslado en helicóptero a un centro de salud debido que fue hallada descompensada en plena alta montaña. En ese momento se la trasladó primero a Fiambalá, donde se la estabilizó y luego fue derivada a la Capital. Allí se recuperó y se le colocó un marcapasos, que fue como supo contar Eugenio a La Unión, lo que la mantenía con vida, en medio del gran deterioro que le había provocado el último ACV.
Luego de ese primer episodio y por prevención, se dispuso que regresara a Fiambalá y no a su casa en la montaña, todo por el peligro y la falta de personas que la pudieran cuidar. Ese fue un año difícil para ella, que de golpe tuvo que abandonar sus cosas y hacerse a un modo de vida que no le era el habitual. Un año después, volvió a sus pagos, pero de visita, acompañada en ese momento por Walter Buscamante , que era quien oficiaba de apoderado de Lorenza.
Surgieron allí denuncias sobre algunos manejos y fue desde allí que la comuna intervino directamente y se hizo cargo de ella. Desde ese momento comenzó a estar a cargo de su sobrino Eugenio, compartiendo con él y su familia y ya no regresando a sus cerros.
En lo que puede ser el principio del final que se conoció este lunes, se debe recordar el primer ACV que sufrió en febrero. El daño fue importante, al punto que le quedó afectada el habla. No obstante, esto, estaba lúcida, se recuperó y se le dio el alta a las semanas. Pero volvió a ocurrir en junio y esta vez el accidente cerebro vascular fue isquémico y ya no hubo avance significativo. La larga internación fue haciendo mella en su centenario cuerpo y este, talvez ya cansado, se rindió apenas inicio este mes de septiembre.