Qué significa que una persona rechace los abrazos, según la psicología
Los especialistas revelaron el trasfondo de por qué hay personas a las que no les gustan los gestos de acercamiento.

Para muchas personas, un abrazo es una muestra de cariño y confianza, un gesto que fortalece vínculos con parejas, familiares y amigos. Sin embargo, no todos sienten lo mismo. Para algunos, este contacto físico puede generar incomodidad o rechazo, y entender por qué sucede esto puede ayudarnos a ser más empáticos y respetuosos.

Recientemente, el sitio La Vanguardia publicó un informe que explora las razones detrás de esta preferencia por mantener la distancia. Según expertos en psicología, varias causas pueden influir en esta decisión, que van desde experiencias infantiles hasta aspectos culturales y biológicos.

Uno de los factores más destacados es la crianza. La psicología señala que si alguien creció en un entorno donde el contacto físico era escaso o inexistente, es probable que en la adultez prefiera evitar los abrazos y el contacto cercano. La autoestima también juega un papel importante: cuando una persona se siente vulnerable o con el ánimo decaído, tiende a aislarse y a protegerse del contacto físico, que puede interpretarse como una forma de resguardo emocional.

Además, muchas personas valoran mucho su espacio personal y prefieren mantener cierta distancia para sentirse cómodas. Sin embargo, si esta actitud se prolonga en el tiempo, puede ser recomendable buscar ayuda profesional para entender mejor las causas y encontrar formas de afrontar esa situación.

Otros factores que influyen en el rechazo a los abrazos son los trastornos de ansiedad y depresión. En estos casos, el contacto físico puede ser percibido como una invasión del espacio personal, generando más ansiedad y actuando como un mecanismo de defensa.

Por último, el estilo de apego inseguro y las diferencias culturales también juegan un papel importante en cómo cada persona experimenta y expresa su afecto físico. En definitiva, entender estas razones nos ayuda a ser más respetuosos y a aceptar que cada uno vive y siente el contacto de manera diferente.