Récord: A los 10 años hizo cumbre en el volcán San Francisco, en los Seismiles
Se trata de Santino Casabonne, quien entró en la historia del montañismo argentino en plena cordillera catamarqueña. El niño comenzó a los 8 años, interesado por la actividad que su papá realiza desde hace dos décadas.

“Y... ya hice como 60 cumbres, pero esta fue la más alta”, dice como al pasar Santino Casabonne, de 10 años, sobre la hazaña que lo llevó a la cima del Volcán San Francisco, en Catamarca, bajo la atenta y orgullosa mirada de su padre, Juan Casabonne. Esa expedición lo consagró como el montañista argentino más joven en lograr superar los 6000 msnm.

El camino fue pesado, duro y extenuante, pero él, con ese corazón de niño salido de una película de superhéroes, lo vivió con entusiasmo, alegría y, asegura, que fue la experiencia más feliz de su vida. Saber que lo que logró lo deja en la historia del montañismo nacional lo emociona y alienta: cuenta que seguirá buscando nuevas cumbres y desafíos porque eso es a lo que quiere dedicarse siempre.

“Le digo a mi papá que cuando sea viejito y yo tenga armado mi grupo de alta montaña, lo voy a llevar conmigo. Seré para él como un sherpa”, revela, en referencia a esos habitantes de las regiones montañosas de Nepal que se ocupan de cargar los bultos más pesados de quienes aspiran a conquistar la cima del Himalaya.

El niño récord

En agosto, Santino cumple 11 años, aunque no lo aparenta porque es de esos niños cuyos cuerpecitos parecen ser habitados por ancianos sabios; y es de esas personas casi místicas que hacen creer que no hay una única vida y que es posible renacer en otro cuerpo con materias ya aprobadas. Las de él, sin dudas, son todas las relacionadas con las montañas, con vencer los miedos, con conocer las propias limitaciones, pero no para detenerse sino para frenar, tomar envión y seguir. O subir, en su caso.

Con esta, Santino suma 60 cumbres. Cuando su papá regresaba de sus expediciones personales o grupales, le contaba y él, un día le pidió acompañarlo. Así llegó a su primera experiencia.

La gran hazaña

El sábado 23 de marzo, Santino y Juan salen de Buenos Aires con destino a Mina Clavero, Córdoba, donde pasaron la noche. Al otro día, salieron con destino a Fiambalá, Catamarca. En ese camino, sufrieron problemas mecánicos y las fallas en el automóvil los hizo pensar en que la odisea acabaría antes de empezar. Pero, encontraron ayuda y pudieron avanzar.

Al amanecer partieron al primer refugio donde padre e hijo realizaron la primera etapa de aclimatación (permanecer en la altura para acostumbrar al cuerpo y no apunarse) a los 3200 metros. Continuaron el camino y evaluando su propia tolerancia a la altura e hicieron dos cumbres de aclimatación en el Cerro Coquena (4051 msnm); Cerro Pastos largos (4120), donde acamparon dos noches para salir al Cerro Falso Morocho (4500 msnm) hasta el Paso San Francisco, a 4750 msnm. Ese paso fue el punto de despegue hacia la cumbre, a 6026 msnm.

A las 5.15 de la mañana iniciaron el camino a la cima. “La cumbre fue a las 3 de la tarde. Fueron 9 horas y 45 minutos”, explica el papá, que agradece a quienes interiormente lo acompañaron: “Gracias a Dios y mi vieja, que es nuestra patrona y protectora celestial en las montañas. Ella siempre nos cuida”, dice al borde de las lágrimas.

Entusiasmado, cuenta en secreto los próximos puntos a conquistar al lado de su papá, su gran amigo. “Cuando estamos en la montaña somos compañeros, además de padre e hijo. Es un gran montañista. Será casualidad o no, pero nació el 5 de agosto, el día del montañista. Yo lo cuido como el tesoro que es, pero en la montaña somos compañeros y nos cuidamos el uno al otro, y tenemos nuestros roles. Él tiene sus roles. Yo tengo los míos y bueno, así nos manejamos. Lo nuestro es pacto de almas y le damos mucha importancia. Ante todo, somos contempladores, por eso buscamos las cumbres. Lo que más disfrutamos es contemplar y en cada cumbre vemos el tesoro más grande: toda la creación que nos rodea”, finaliza Juan. (Fuente Infobae)