Solemne Vigilia Pascual: “Es una noche para hacer memoria”

Durante la noche de este sábado y las primeras horas de este domingo, la Iglesia que peregrina en Catamarca celebró jubilosa la Solemne Vigilia Pascual a los pies de la Madre del Valle, presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanc, y los presbíteros Luis Páez y Ramón Carabajal, en la Catedral Basílica y principal Santuario mariano de la diócesis.

Muchos fieles pudieron participar de manera virtual a través de la transmisión por las redes sociales.


La ceremonia litúrgica se inició en el atrio donde el obispo bendijo el fuego nuevo con el cual se encendió el Cirio pascual, que representa a Cristo, Luz del mundo. Sobre ese, marcó una cruz, signándolo con el año actual, para significar que Jesucristo es el Señor del tiempo y de la historia. Luego se ingresó en procesión al templo, que permanecía a oscuras, mientras los fieles encendían sus velas con la luz proveniente del Cirio.

 

Noche para hacer memoria

 

Durante su homilía, Mons. Urbanc afirmó que “en esta noche somos invitados a contemplar la obra de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que salva a todos los que creen en Jesucristo. Es una noche para hacer memoria, agradecer, creer en el amor de Dios y amar”.

En otro tramo de la predicación dijo que “hoy, nosotros estamos celebrando la Pascua real, la única eficaz, la definitiva: Dios Padre ha resucitado a su Hijo de la muerte, que es la mayor obra de Dios en la historia en favor de los hombres. En Cristo Resucitado el amor de Dios ha vencido a la muerte y se nos han abierto las puertas de la vida eterna. Somos hijos en el Hijo y coherederos de la vida eterna, para la que todo ser humano ha sido creado”.

Asimismo, afirmó que “resucitar es volver a subir, resurgir: físicamente, a la tierra de los vivos, y cualitativamente, recuperando el alma la fuerza y el cuerpo la capacidad de relación. En la resurrección de Jesús, Dios se manifestó como el Padre que rescata al Hijo de la muerte y lo recompensa con la vida eterna”. 

Más adelante manifestó que “si volvemos a la amistad con Dios, si nos reconciliamos con aquellos con quienes estamos enemistados o enfrentados; si nos amigamos con nosotros mismos, con nuestras miserias y debilidades, estaremos haciendo experiencias de resurrección, ya que Dios nos ha dado la gracia de pasar de la muerte a la vida; del pecado a la comunión con Él, del odio y la enemistad al amor; del rechazo a nosotros mismos a la aceptación gozosa de lo que somos, es decir, amados de Dios”.