Una joven de Canadá llegó a Catamarca para pedir por la salud de su padre
Michelle, originaria de Canadá, se unió a un grupo de peregrinos que arribaron a nuestra provincia para participar de las fiestas marianas. "Pido por la salud de mi papá, que tiene cáncer hace dos años", confesó.

Mientras miles de peregrinos ya se encuentran en Catamarca para participar de las fiestas marianas que culminarán el próximo lunes 8 de diciembre con la Solemne Procesión en honor a la Virgen del Valle, una historia en particular destaca en esta masiva demostración de devoción, trascendiendo las fronteras nacionales.

Se trata de Michelle, una joven oriunda de Canadá, quien decidió embarcarse en esta extenuante caminata hacia nuestra provincia para implorar por la salud de su padre. La joven se unió al grupo de 35 peregrinos "San Expedito" provenientes de Santiago del Estero, un colectivo de fe que la acogió sin reparos.

La promesa bajo el sol

La peregrinación, conocida por las duras condiciones del trayecto, se convirtió en una penitencia personal para la joven. "Pido por la salud de mi papá, que tiene cáncer hace dos años. Eso es lo que vengo pensando desde que empecé, y eso es lo que le voy a pedir," confesó Michelle, con una emoción palpable que apenas el cansancio lograba contener.

La odisea comenzó luego de un contacto inesperado. La joven, que se había trasladado desde Buenos Aires, consiguió el número de Lorenzo, uno de los referentes del grupo santiagueño, y fue recibida de inmediato. "Mi experiencia de unirme a este grupo fue increíble", relató Michelle. "Cada uno tiene su paso, pero en cada tramo hay una comunidad que te ayuda. Siempre están mirando si uno tiene ampollas o si necesita agua."

"Toda roja como un tomate"

La joven admitió que jamás había afrontado una distancia tan extensa a pie, pero la necesidad de cumplir con la promesa era más fuerte que cualquier impedimento físico. Tras oír meses atrás sobre la peregrinación a la "Morenita", sintió que "este año lo tenía que hacer".

Con una determinación que bordea lo sacrificial, la canadiense asumió los riesgos de la travesía. "Sabía que me iban a salir ampollas, que iba a caminar bajo el sol, toda roja como un tomate, pero quería llegar y hacer la expedición. Así que acá estoy", sentenció la peregrina, quien hoy es acompañada a la distancia por su familia, siguiéndola a través de mensajes y a la espera de un milagro en la capital catamarqueña.