Ni el frío ni la llovizna persistente impidieron que cientos de devotos se reunieran este jueves 7 de agosto en la capilla de San Cayetano, ubicada en la zona sur de la Capital —jurisdicción de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús—, para cerrar las festividades en honor al Santo Patrono del Pan y del Trabajo.
La jornada estuvo marcada por una profunda expresión de fe. La imagen del santo fue recibida con aplausos y vivas a su salida del templo, acompañada por la del Beato Mamerto Esquiú. En un clima de recogimiento y celebración, se inició la procesión que recorrió las calles Tucumán Sur, pasajes Córdoba y Obispo Colombres, Mardoqueo Molina, 1 de Mayo y Gobernador Fortunato Rodríguez.

Durante el trayecto, las casas exhibieron altares en sus veredas y decoraciones con globos y banderines, en adhesión a esta manifestación pública de fe. La caminata, encabezada por el párroco Salvador Acevedo, invitó a vivir con el espíritu del Año Jubilar 2025, centrado en la esperanza.

La Banda de Música de la Policía de la Provincia y el repique de las campanas acompañaron el arribo de la procesión a la esquina de Gobernador Fortunato Rodríguez y Tucumán, donde se celebró la misa al aire libre. Las imágenes sagradas fueron colocadas en una tarima, y se entonaron el Himno Nacional Argentino y el Himno a Catamarca.
La eucaristía fue presidida por el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanč, y concelebrada por el padre Acevedo. A pesar de la llovizna que se intensificó durante la celebración, los fieles permanecieron firmes, participando con recogimiento y devoción.
Durante su homilía, el obispo resaltó la figura de San Cayetano como un santo que "caló profundamente en la devoción del pueblo argentino" y recordó que su patronazgo no solo alude al pan material, sino también al "pan bajado del cielo, que es Jesús".

Urbanč pidió especialmente por quienes no tienen trabajo, por los que atraviesan dificultades y por la responsabilidad ciudadana de cara a las próximas elecciones. También rogó por vocaciones sacerdotales, evocando la figura de San Juan María Vianney, cuya memoria litúrgica se celebra el 4 de agosto.
"El verdadero creyente —dijo— debe seguir a Jesús como lo hizo San Cayetano: trabajando, sirviendo, amando. La Palabra de Dios es alimento para el alma del peregrino de esperanza, como nos recuerda el Papa Francisco para este Año Jubilar", expresó.

La ceremonia finalizó con la tradicional bendición y un chocolate caliente compartido entre los presentes, como gesto fraterno para aliviar el frío de la jornada. El padre Acevedo agradeció a todos los colaboradores e instituciones que hicieron posible la organización de las festividades.
