Los mercados financieros reaccionaron con optimismo al anuncio de que la Argentina volverá a financiarse en dólares a través de un bono con vencimiento en 2029. La noticia, confirmada por el Gobierno nacional, generó un movimiento inmediato en los activos argentinos y provocó una mejora generalizada en el clima financiero, tanto en el plano local como en el exterior.

Tras conocerse la novedad, los bonos en dólares comenzaron a operar en alza, mientras que las acciones de empresas argentinas acompañaron la tendencia positiva. En paralelo, el riesgo país —el indicador que elabora el banco JP Morgan y que mide la sobretasa que paga Argentina para endeudarse— retrocedió de manera leve pero constante a lo largo de la mañana de este viernes.

El riesgo país registró una baja de 12 unidades y se ubicó en 622 puntos, un nivel todavía elevado pero que refleja una señal de confianza moderada por parte de los inversores. De todos modos, el país aún necesita una compresión considerable del índice para volver plenamente a los mercados internacionales. Según analistas, Argentina debería llevar su riesgo país a la zona de los 450 puntos para poder emitir en condiciones competitivas un bono en dólares a nivel global.

En este contexto, el ministro de Economía, Luis Caputo, aclaró que por ahora la colocación será en el mercado local. La primera operación, programada para la semana próxima, apunta a comenzar un proceso gradual de reconstrucción del crédito argentino. Aun así, el solo anuncio alcanzó para impulsar los precios de los bonos soberanos, que registraron incrementos de hasta 1% en las distintas especies operadas en Nueva York y Buenos Aires.

Las acciones también mostraron un rebote significativo. En Wall Street, los papeles argentinos —los llamados ADR— avanzaron hasta 4%, encabezados por las subas de Grupo Supervielle, Banco Macro y Central Puerto. Este repunte se dio en un marco de mayor apetito por riesgo en activos emergentes, acompañado por la percepción de que Argentina podría retomar un sendero de financiamiento ordenado.

A nivel local, el índice S&P Merval de la Bolsa porteña registró una subida del 1,4%, sostenido por las empresas energéticas y del sector financiero, dos de los rubros que suelen reaccionar más rápido a cambios en las expectativas macroeconómicas.

Otro movimiento relevante se observó en el mercado cambiario. El dólar oficial operó en baja tanto en el segmento mayorista como en el minorista. En las pantallas del Banco Nación, la divisa cayó cinco pesos y se ubicó en $1465, una reducción leve pero significativa en un contexto de alta sensibilidad cambiaria.

Las cotizaciones financieras también acompañaron la tendencia descendente. El dólar MEP retrocedió 0,3% y quedó en $1465,50, mientras que el contado con liquidación bajó 0,4% para ubicarse en $1505. Este comportamiento refleja una menor presión en la demanda de dólares, al menos en el corto plazo, producto de un mercado más ordenado y de expectativas de estabilidad frente a los anuncios oficiales.

Los analistas interpretan que la reacción positiva responde más al mensaje político y financiero que al eventual monto de la colocación. La posibilidad de reabrir el camino del financiamiento en moneda dura, aún de manera gradual y con un mercado internacional que observa con cautela la evolución económica del país, representa un primer paso en la reconstrucción de la credibilidad crediticia.

De esta manera, la noticia del regreso a los mercados se convirtió en un motor de optimismo que, aunque moderado, logró impulsar activos clave y aliviar algunos indicadores sensibles. La semana próxima será determinante para ver si esta tendencia se consolida o si se trata de un movimiento puntual impulsado por expectativas.