La inflación se desacelera pero las consultoras alertan por riesgos cambiarios y políticos
La inflación de mayo mostraría una nueva desaceleración y consultoras recortan sus pronósticos anuales. Sin embargo, el panorama económico sigue condicionado por la estabilidad del tipo de cambio y la evolución del escenario político, especialmente de cara a las elecciones. El rol del FMI y las restricciones cambiarias siguen siendo factores clave.

La inflación en Argentina continúa mostrando signos de desaceleración. Para mayo, distintas consultoras privadas estiman que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) podría ubicarse cerca del 2% mensual, marcando así el registro más bajo desde julio de 2020, en plena pandemia. Esta moderación está impulsada por la estabilidad del tipo de cambio, la caída de precios en alimentos y combustibles, y la ausencia de aumentos significativos en precios regulados.

La confirmación del 2,8% en abril, tras el 3,7% de marzo, refuerza la tendencia. Sin embargo, las estimaciones anuales siguen alejadas del ambicioso 18% proyectado por el Gobierno, y se ubican más cerca del 28% al 30%, según las proyecciones más recientes. Este contexto favorable, aunque frágil, se da en medio de una tensa calma económica y política.

¿Qué factores explican la desaceleración inflacionaria?

Expertos coinciden en que el principal ancla de la inflación ha sido el nuevo régimen de bandas cambiarias, que logró contener las expectativas de devaluación tras la salida del cepo. El dólar oficial se mantuvo cerca del piso de la banda (1.000 pesos), y no generó sobresaltos ni presiones abruptas sobre los precios.

Además, el Gobierno intervino activamente en las negociaciones con supermercados y proveedores para contener aumentos. La caída del consumo también limitó la capacidad de trasladar subas a precios, mientras que la baja internacional del petróleo redujo el costo de los combustibles.

En este marco, consultoras como Analytica, LCG, PxQ y Abeceb prevén que la inflación de mayo se ubique entre 2% y 2,1%, con alimentos y bebidas mostrando incluso bajas nominales en algunas semanas. También influye la menor inercia inflacionaria y el freno en los precios regulados.

El rol del FMI y los desafíos hacia fin de año

Si bien el panorama de corto plazo es más alentador, las proyecciones de inflación para todo 2025 siguen muy por encima del objetivo oficial. Analistas de firmas como Empiria y Adcap Finanzas apuntan a un cierre entre 25% y 30%, dependiendo de variables clave como el tipo de cambio, el contexto electoral y las políticas fiscales.

En este escenario, el Fondo Monetario Internacional (FMI) mantiene un papel central. El organismo sigue monitoreando el cumplimiento del programa económico y advirtió recientemente sobre riesgos asociados a una intervención excesiva del Banco Central, como ocurrió con las ventas de dólar futuro. Esa tensión entre el control de la inflación y los compromisos asumidos ante el FMI condiciona el margen de maniobra del Gobierno.

La inflación futura dependerá, en buena medida, de cómo se administren las presiones electorales y de la evolución de la economía real. Si el Ejecutivo logra sostener el equilibrio fiscal, mantener a raya la emisión y contener la brecha cambiaria, el proceso de desinflación podría consolidarse. Pero si el escenario se vuelve más incierto, el avance logrado podría revertirse.

Expectativas divididas: ¿bajo 30% anual es posible?

El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central estima una inflación del 31,8% para 2025, aunque algunas consultoras como Abeceb, Empiria y Analytica son más optimistas, proyectando cifras cercanas al 28% o incluso por debajo del 25% en escenarios de estabilidad.

No obstante, todos coinciden en que el escenario político-electoral será decisivo. Las elecciones legislativas de octubre podrían reactivar la demanda de dólares y generar movimientos en el tipo de cambio, aunque el nuevo régimen con bandas cambiarias ofrece más herramientas para contener esos picos.

Además, una eventual flexibilización adicional de las restricciones cambiarias podría impactar en las expectativas inflacionarias. Sin embargo, el Gobierno confía en que la nueva arquitectura económica, avalada por el FMI, limitará estos efectos.

La inflación da señales de desaceleración sostenida gracias a la calma cambiaria, los precios contenidos y la caída del consumo. Pero el proceso es aún frágil y está atravesado por riesgos estructurales y desafíos políticos, que podrían alterar el rumbo si no se consolidan las condiciones macroeconómicas. El FMI sigue siendo un actor clave, tanto en la mirada externa como en el respaldo financiero para sostener el rumbo elegido.