Auckland, en Nueva Zelanda, fue la primera gran ciudad del mundo en recibir el año 2026 con un impactante espectáculo de fuegos artificiales lanzados desde la Sky Tower, la estructura más alta del país. La celebración, que se desarrolló bajo una persistente lluvia, marcó el inicio de una serie de festejos globales atravesados por homenajes, restricciones y llamados a la reflexión en distintas regiones del planeta.
Los países del Pacífico Sur volvieron a ser los primeros en despedir el año viejo y dar la bienvenida al nuevo. En el caso de Auckland, la medianoche llegó 18 horas antes de que la tradicional bola descendiera en Times Square, en Nueva York. Pese a las condiciones climáticas adversas, miles de personas se congregaron en el centro de la ciudad para presenciar el evento.
El show pirotécnico tuvo una duración de cinco minutos y contó con el lanzamiento de unos 3.500 fuegos artificiales desde distintos niveles de la Sky Tower, una torre de 240 metros de altura que domina el skyline de la ciudad. Sin embargo, las celebraciones se vieron parcialmente atenuadas: en varias localidades de la Isla Norte se cancelaron eventos comunitarios más pequeños debido a la previsión de lluvias intensas y posibles tormentas eléctricas.
Mientras tanto, en Australia, la llegada de 2026 estuvo atravesada por el recuerdo de un hecho trágico. Una hora antes de la medianoche, se realizó un minuto de silencio en homenaje a las víctimas del peor tiroteo masivo registrado en el país en casi tres décadas. Durante el acto, se proyectaron imágenes de una menorah en los pilares del puente y se invitó a la multitud a expresar su solidaridad con la comunidad judía iluminando el puerto con las linternas de sus teléfonos celulares.
El primer ministro del estado de Nueva Gales del Sur, Chris Minns, llamó a la población de Sídney a no dejarse paralizar por el miedo. En declaraciones a la prensa, sostuvo que una menor concurrencia a las celebraciones sería interpretada como una victoria por los extremistas. "No podemos permitir que este acto terrorista horrible y criminal cambie la forma en la que vivimos en nuestra hermosa ciudad", afirmó, y remarcó la necesidad de mostrar determinación frente a la violencia.
Australia recibió el nuevo año dos horas después de Nueva Zelanda, pero en Sídney el clima fue particularmente sensible. El 14 de diciembre, dos hombres armados atacaron una celebración de Hannukah en Bondi Beach, dejando un saldo de 15 personas muertas y al menos 40 heridas. En ese contexto, una fuerte presencia policial custodiaba a los miles de asistentes que se reunieron en el paseo marítimo para presenciar el tradicional espectáculo de fuegos artificiales sobre el Puente del Puerto. Muchos agentes portaban rifles semiautomáticos visibles, una imagen poco habitual para este evento anual.
En otros puntos de la región Asia-Pacífico, las celebraciones de Año Nuevo también fueron moderadas. En Indonesia, las autoridades decidieron reducir los festejos como muestra de solidaridad con las comunidades afectadas por las inundaciones y deslaves que golpearon la isla de Sumatra un mes atrás y causaron más de 1.100 muertes. Yakarta optó por un programa austero, centrado en la oración y el recuerdo de las víctimas, según explicó el gobernador Pramono Anung.
En la ciudad de Makassar, el alcalde Munafri Arifuddin instó directamente a suspender los festejos. "La empatía y la moderación son más significativas que los fuegos artificiales y las multitudes", señaló. En la turística isla de Bali, los conciertos y shows pirotécnicos fueron cancelados y reemplazados por un evento cultural con la participación de 65 grupos de danzas tradicionales.
Hong Kong también recibió 2026 sin su habitual despliegue de fuegos artificiales sobre el Puerto Victoria. La decisión se tomó tras un incendio masivo ocurrido en noviembre, que dejó al menos 161 víctimas fatales. En su lugar, se organizó un espectáculo musical y un show de luces más sobrio, con edificios emblemáticos convertidos en relojes gigantes de cuenta regresiva.
En paralelo, varias naciones asiáticas mantuvieron rituales ancestrales para dar la bienvenida al nuevo año. En Japón, multitudes se congregaron en templos budistas para tocar campanas a la medianoche, mientras que en Seúl, Corea del Sur, se realizó la tradicional ceremonia en el Pabellón Bosingak, combinando espiritualidad y celebración.
