El pulso geopolítico entre Washington y Caracas entró en una nueva fase de alta tensión este sábado, luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, emitiera una drástica advertencia a través de su red social Truth: el espacio aéreo de Venezuela y sus alrededores debe considerarse "cerrado en su totalidad".
El mensaje, de tono inusualmente directo y contundente, no solo apuntó a las aerolíneas y pilotos, sino que incluyó explícitamente a los "narcotraficantes y traficantes de personas". Ante esto la medida se cumple desde las primeras horas de este domingo y no hace más que hacer crecer la tensión.
La declaración presidencial, que no estuvo acompañada de una orden ejecutiva ni de una aclaración por parte de la Casa Blanca o el Departamento de Estado sobre las circunstancias o el alcance del cierre, ha provocado una inmediata escalada de la incertidumbre en la región. Se interpreta como una maniobra de máxima presión que podría preceder a una acción militar o a un bloqueo más amplio, rumores que han circulado en círculos políticos y mediáticos en las últimas semanas. La falta de precisiones oficiales solo ha alimentado las especulaciones sobre la naturaleza de la medida.
La respuesta de Maduro
El comunicado oficial del régimen, difundido por el canciller Yvan Gil, subrayó la exigencia de "respeto a su espacio aéreo" y lanzó una advertencia clara a Washington: "Venezuela no aceptará órdenes, amenazas ni injerencias provenientes de ningún poder extranjero". La Cancillería venezolana enmarcó la advertencia estadounidense como una "nueva agresión extravagante, ilegal e injustificada contra el pueblo de Venezuela".
La revelación de la llamada secreta
La movida de Trump se vuelve aún más compleja al conocerse la primicia reportada por el New York Times este viernes. Según el medio, el presidente estadounidense y Nicolás Maduro sostuvieron una conversación telefónica a fines de la semana pasada. Fuentes citadas por el diario indicaron que incluso se llegó a discutir la posibilidad de un encuentro bilateral en Estados Unidos, aunque se aclaró que no existen planes concretos para materializar dicha cumbre.
Un elemento clave de la llamada, confirmada por dos personas cercanas al gobierno venezolano, fue la participación del secretario de Estado, Marco Rubio. Conocido como un férreo opositor al régimen chavista, a quien considera ilegítimo, la presencia de Rubio en la línea telefónica añade una capa de misterio sobre el tono y los objetivos de la comunicación. Tanto funcionarios de la Casa Blanca como del Palacio de Miraflores en Caracas han guardado silencio oficial sobre el contenido de la conversación.
Esta comunicación se habría producido antes de que Estados Unidos aplicara la designación terrorista contra el Cartel de los Soles. De hecho, Trump ya había aludido a un posible diálogo el martes anterior, expresando que "podría hablar para salvar muchas vidas" con Maduro, un ofrecimiento que, según el fiscal general venezolano, Tarek William Saab, sería "bienvenido" en Caracas.
Ofertas y rechazos
La tensión se enmarca en un escenario de contactos recurrentes entre el gobierno venezolano y Washington, a pesar de las posturas públicas. Medios estadounidenses han reportado múltiples canales de negociación. El New York Times informó recientemente que Maduro había ofrecido a Estados Unidos una participación significativa en los campos petroleros del país, junto con otras oportunidades para empresas norteamericanas. No obstante, dado que la condición de Maduro era permanecer en el poder, los funcionarios estadounidenses habrían interrumpido esas conversaciones a principios de octubre.
En paralelo, el Miami Herald reportó otras propuestas de diálogo por parte de la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, y su hermano, Jorge, quienes habrían utilizado a Qatar como intermediario para acercar posiciones con Estados Unidos.
El endurecimiento de la postura de Trump, desde el cierre aéreo hasta la amenaza de acción terrestre, sugiere un agotamiento de las vías diplomáticas no oficiales y una clara intención de llevar la crisis a un punto de no retorno, donde la seguridad nacional y la lucha contra el narcotráfico se convierten en los principales ejes de la estrategia de presión contra el régimen de Nicolás Maduro.
