Cada año, cuando se conmemora un nuevo aniversario del crimen de María Soledad Morales, su imagen sonriente y su nombre se hacen presentes en los medios y las marchas bajo la consigna "Justicia". 

La imagen que se muestra una y otra vez es la de María Soledad Morales, una joven de 17 años que desapareció el 8 de septiembre de 1990 en Catamarca, Argentina. Su cuerpo fue encontrado dos días después en un basural, a varios kilómetros de la ciudad capitalina, brutalmente violada y asesinada. La noticia conmocionó a la sociedad y marcó un antes y un después en la lucha contra la impunidad en el país.

Los culpables eran conocidos como los "hijos del poder" en Catamarca y, durante la investigación, se perdieron pruebas, se presionaron testigos y se intentó encubrir lo ocurrido. Sin embargo, la familia de María Soledad y la sociedad en su conjunto se unieron para enfrentar la impunidad. Incluso las marchas en las que se pedía justicia fueron espiadas por los Servicios de Inteligencia.

Uno de los datos más indignantes de este caso fue que el jefe de la policía de Catamarca en ese momento, Miguel Ángel Ferreyra, ordenó que lavaran el cadáver de María Soledad, eliminando así pruebas cruciales. Lo que resultó aún más impactante fue que Ferreyra era el padre de uno de los asesinos.

Las "Marchas del Silencio", lideradas por la monja Martha Pelloni, se extendieron por todo el país y marcaron la lucha por la justicia. En un principio, se intentó manchar la imagen de la víctima, sugiriendo que había participado en una "fiesta consentida". Sin embargo, la sociedad pronto reconoció la corrupción y el encubrimiento detrás de este femicidio, aunque en ese momento el término "femicidio" aún no se utilizaba.

El caso de María Soledad Morales fue tan emblemático que en 1993 se estrenó una película basada en su historia, lo que llamó la atención del público de todo el país.

Finalmente, en 1996, dos años después de un escandaloso primer juicio que fue suspendido debido a la renuncia de uno de los jueces, se logró una condena. Guillermo Luque, hijo de un influyente diputado nacional, fue condenado a 21 años de prisión por el asesinato de María Soledad y la violación, mientras que Luis Tula recibió una pena de 9 años como partícipe secundario de la violación.

A pesar de esta condena, la madre de María Soledad, Ada Morales, expresó que su hija merece que le pidan perdón. Aunque los culpables fueron condenados, queda una sensación de que la justicia no se hizo completamente efectiva y que el sistema estaba plagado de corrupción.