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Momento histórico

A un mes de la Beatificación: un valioso testimonio para mantener la memoria de Esquiú

Noemí Ávila, es la bisnieta de Fernando Santillán quien auxilió a Esquiú en El S
Noemí Ávila, es la bisnieta de Fernando Santillán quien auxilió a Esquiú en El S

03 Octubre de 2021 12.08

Mañana se cumplirá el primer mes del hecho más trascendental de la historia catamarqueña cuando en Piedra Blanca la Iglesia reconoció la beatitud de nuestro Mamerto de la Ascención Esquiú. El hito, que se transmitió al mundo y que conmovió y sigue haciéndolo, tiene inmumerables testigos de hechos que siguen poniendo en valor la vida del fraile franciscano.

La Provincia Franciscana rescata un testimonio de gran valor de una descendiente de uno de los hombres que vio y compartió los últimos minutos de vida de Esquiú cuando este se encontraba enfermo en El Suncho.

El 5 de septiembre de 2021 al mediodía y a tan solo 24 horas de haber sido declarado Beato Fray Mamerto Esquiú, Noemí Ávila quien es conocida por todos como “Coca”, es la bisnieta de Fernando Santillán quien auxilió a Fray Mamerto Esquiú antes de morir, en la Posta de El Suncho. Esto cuando las “postas” o lugar de relevo de la caballada en las rutas de tránsito se usaban para cambiar los caballos y descansar para seguir viaje.

Una familia devota de Esquiú

Hace un mes, en El Suncho, todo era fiesta y júbilo. Allí porque no podía faltar, estaba Noemí Ávila, una mujer de familia fundacional en la causa de beatificación de Esquiú en este lugar. Ella estaba entre los peregrinos cumpliendo un sueño que habían imaginado con su hermana Sila desde muy pequeñas. Fernando Santillán su bisabuelo se casó con Justina Heredia, maestros en la posta de El Suncho, ellos tuvieron una hija Genónima Santillán (abuela de Noemí), y esta una hija de nombre María Luisa Santillán casada con Luis Felipe Ávila (padres de Noemí), quienes tuvieron 7 hijos: Fernando, Luis (Kiko), Antonia (Negrita), Noemí (Coca) de 87 años, Mariá (Pilocha), Sila y Justina (Luly). Sila Ávila fallecida el 9 de diciembre de 2017, la más popular de los hermanos Ávila por haber trabajado arduamente en la difusión de Fray Mamerto Esquiú integrando la Comisión pro beatificación en El Suncho, siendo Vice postulador de la Causa Fray Marcelo Méndez. 

Actualmente viven Noemí  y Antonia.

Ruth Lis y Fernanda Ávila, son las sobrinas de Noemí quienes la sostenían para caminar aquel domingo en la fiesta de El Suncho, y las que ayudaron a recuperar esta historia mamertina como  los objetos que aún conservan como una reliquia familiar, pedazos de las sábanas donde murió el beato Esquiú, la bombilla con la que tomó su último té y el cuadro que Odorico -el único hermano varón de Mamerto Esquiú- le regaló a Fernando Santillán en agradecimiento por haber auxiliado al fraile en su lecho de muerte.

La familia Ávila vivió un anticipo de la santidad de Esquiú, así lo deja expresado Noemí Ávila “Mi abuela nos traía caminando desde Esquiú todos los 10 de enero, ? ella tenía 6 años- para rezar un rosario por Esquiú y nos hacía besar la tierra”, así lo relata con la ayuda de sus sobrinas que escucharon muchas veces esta anécdota memorable de la familia.

Esquiú muere en familia

Fray Mamerto Esquiú, el obispo de Córdoba, el fraile de virtudes heroicas declarado Beato y camino a ser Santo, muere a los 57 años con estilo franciscano, en la sencillez de una posta, rodeado de una familia que lo auxilia con lo poco que tenía, porque la mayoría de las postas eran muy pobres, tenían un cuarto, naturalmente de acuerdo con su pobreza, pero el alimento y la leña se los procuraba cada viajero por sí mismo.

Ellos le ofrecieron un lugar, el último té y la calidez del último adiós, nada más y nada menos que la despedida antes de emprender el viaje a la eternidad, desde donde intercede como un gran amigo santo.

Pero ese momento histórico no quedó ahí, sino que se transmitió de generación en generación en la familia de los Ávila y de los vecinos y amigos; Sira a quienes todos recuerdan en la zona, fue clave en impulsar la causa de beatificación de Esquiú en la zona, en la construcción de la capilla que hoy se encuentra en El Suncho, y en la convicción de trabajar por una causa de santidad para Argentina y el mundo.