Fiambalá vivió este sábado una jornada marcada por el miedo, la desesperación y la solidaridad. Pasadas las 13 horas, un incendio de gran magnitud se desató en el barrio Barranco, muy cerca del barrio 30 Viviendas. Según informó El Abaucan, en cuestión de minutos, el fuego —alimentado por las intensas ráfagas del viento Zonda— se convirtió en una pesadilla para los vecinos.
Las llamas avanzaron con violencia, alcanzando un reconocido viñedo de la familia Vázque y extendiéndose hacia la ramada de una vivienda cercana perteneciente a la familia Rasjido. Allí, el siniestro provocó importantes daños materiales y afectó a animales domésticos, generando escenas de dolor e impotencia entre quienes presenciaban el desastre.
La proximidad con el barrio 30 Viviendas generó alarma generalizada. Decenas de vecinos salieron de sus casas y, junto al cuerpo de Bomberos Voluntarios, trabajaron sin descanso en un intento desesperado por frenar el avance del fuego. Camiones cisterna abastecieron a las dotaciones que combatían las llamas, mientras el viento complicaba cada maniobra.
La batalla contra el incendio se prolongó hasta pasadas las 19 horas, cuando aún persistían brasas que, reavivadas por el viento, obligaban a redoblar los esfuerzos para evitar que el siniestro cobrara mayores dimensiones.
La consternación se apoderó de Fiambalá al conocerse que las familias afectadas son muy queridas en la comunidad, reconocidas por su humildad, trabajo y solidaridad. El golpe emocional fue profundo y se sumó a las pérdidas materiales de consideración.
Bomberos Voluntarios y efectivos policiales mantienen un perímetro de seguridad mientras se investigan las causas del incendio. No se descarta que el origen esté vinculado a una posible negligencia.
Frente a este nuevo episodio —uno más en la larga lista de tragedias asociadas al viento Zonda—, Bomberos y Defensa Civil Municipal reiteraron el pedido de concientización a la población: evitar quemas de basura o encender fuego durante jornadas con alerta por viento, ya que una chispa puede transformarse en un infierno en minutos, como quedó demostrado este sábado en Fiambalá.
La comunidad, todavía conmovida, volvió a mostrar su costado más solidario al acompañar a las familias damnificadas, con la esperanza de que nunca más se repita una tragedia que pudo evitarse. Afortunadamente, no se registraron personas heridas ni víctimas fatales.