En el marco del octavo día de la novena en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle, celebrado este sábado, la Junta Diocesana de Catequesis, catequistas, niños de la catequesis junto a sus familias, y la Pastoral de la Niñez rindieron su homenaje en una jornada marcada por la emotividad y la reflexión espiritual. La celebración tuvo lugar durante la Santa Misa, presidida por el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanč, y concelebrada por el director de la Junta Diocesana de Catequesis, presbítero Marcelo Amaya, y el capellán del Santuario Catedral, presbítero Ramón Carabajal.
En el inicio de su homilía, Mons. Urbanč saludó a los alumbrantes y destacó que el lema de la jornada, "Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de María", ofrece una clave iluminadora para comprender la misión de la catequesis y el acompañamiento en la niñez. Subrayó que, en el contexto de la fiesta mariana, la figura de la Virgen no solo inspira sino que orienta profundamente la enseñanza de la fe cristiana. "María no es únicamente un tema de la catequesis —señaló—, sino un modelo esencial tanto para el catequista como para el catequizando".
Al profundizar en esta afirmación, el obispo describió diversas dimensiones de la figura de María como guía pedagógica y espiritual. La definió como la "Primera Discípula y Oyente de la Palabra", al encarnar la actitud fundamental que todo creyente debe asumir: acoger la Palabra de Dios con fe, meditarla en el corazón y responder con disponibilidad total, siguiendo su "Hágase en mí según tu palabra". En ese sentido, sostuvo que María es "prototipo de la fe que escucha y actúa", ejemplo de humildad ante la incertidumbre y referencia permanente para quienes enseñan la fe.
Asimismo, resaltó que la Virgen fue la primera educadora de Jesús, al introducirlo en las verdades de la fe y en las prácticas de su tradición religiosa. Esa dimensión maternal, indicó, debe inspirar a los catequistas a ejercer su misión con dedicación, ternura y testimonio de vida. También la presentó como "Colaboradora por excelencia en la Obra de la Salvación", señalando que su "Sí" inicial la vincula inseparablemente al misterio cristológico, recordando que toda catequesis mariana conduce indefectiblemente a Cristo.
En la segunda parte de su mensaje, Mons. Urbanč enumeró pautas concretas para la vocación del catequista, inspiradas en la vida de la Virgen: una actitud de servicio desinteresado, una presencia silenciosa y orante —como la de María en el Cenáculo—, y una profunda fidelidad a la Palabra de Dios. El obispo remarcó que el catequista no es el centro de la acción evangelizadora, sino un mediador que permite actuar al Espíritu Santo.
A continuación, hizo un llamado firme a revalorizar el acompañamiento pastoral de la niñez, al que definió como "una de las tareas más delicadas, urgentes y sagradas" tanto para la Iglesia como para la familia. Advirtió sobre la tendencia a minimizar estas instancias como formas de entretenimiento o espacios secundarios frente a las actividades de los adultos. "El cuidado pastoral infantil es teología práctica en su forma más pura", afirmó, y destacó que cada gesto de contención, enseñanza o acompañamiento contribuye a formar la visión del mundo de los niños.
Monseñor Urbanč invitó a promover un cambio de paradigma respecto del cuidado de la infancia en toda la comunidad. En su mensaje, enfatizó que la misión pastoral con los niños es un trabajo "de siembra a largo plazo", en el que muchas veces los frutos no son inmediatos, pero resultan determinantes para toda la vida espiritual y emocional de los pequeños. "Pastorear a un niño —expresó— es decirle con acciones y palabras: 'Te veo, te escucho, y eres amado profundamente por Dios'".
En el tramo final de su homilía, el obispo elevó una oración a la Virgen del Valle pidiendo por los niños —a quienes definió como "pequeñas semillas de esperanza"— y por los catequistas que dedican su tiempo y vocación a la evangelización. Solicitó para ellos sabiduría, paciencia y el fuego del Espíritu Santo, y los animó a educar "como María lo hizo en Nazaret: con el ejemplo, la oración y un amor inagotable".
Durante la preparación del altar, los alumbrantes acercaron los elementos litúrgicos junto a los dones del pan y del vino, y al cierre de la celebración la niña Anna Sofía Caro Carrizo ofreció una interpretación musical con guitarra en honor a la Virgen del Valle, sumando un momento de especial emotividad.
