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Finalizó con éxito el ciclo de conferencias sobre Esquiú

Captura de pantalla de los participantes
Captura de pantalla de los participantes

29 Julio de 2021 18.45

El miércoles 28 de julio, marcó el cierre del ciclo de conferencias virtuales "Esquiú desde lo profundo", que se ofreció durante tres miércoles consecutivos del presente mes, a través de la plataforma zoom y de las redes sociales, como parte de la preparación para vivir la ceremonia de beatificación del fraile franciscano Mamerto de la Ascensión Esquiú, el próximo 4 de septiembre.

En esta ocasión, las disertaciones estuvieron a cargo del sacerdote franciscano Pablo Reartes y del historiador Mario Daniel Vera, ambos estudiosos de la vida y la obra de Esquiú. La temática giró en torno a "Las virtudes de Esquiú. Anécdotas desde lo cotidiano", que atrajo la atención de la audiencia compuesta por comunicadores, periodistas,consagrados y personas interesadas en conocer la figura de Esquiú, de diversas provincias del país, entre ellas la anfitriona. También se contó con la presencia del Mgter. Marcelo Gershani Oviedo, otro de los expositores de este ciclo de formación y encuentro fraterno.

La conducción y moderación fue responsabilidad de los comunicadores sociales Mariana Ventrice y Álvaro Barrionuevo, quienes presentaron a los expositores y recogieron las preguntas e inquietudes de los participantes. 

En el arranque de la sustanciosa exposición, fray Pablo Reartes  se refirió a la santidad canónica o canonizable, que definió como "aquella por medio de la cual la Iglesia realiza un proceso administrativo de investigación y comprueba la santidad de un siervo de Dios", apuntando que "una persona puede llegar a ser santa por: 1) La vivencia de las Virtudes en grado heroico; 2) el martirio; y 3) haber realizado un milagro". En el caso de Fray Mamerto Esquiú, "su causa de Beatificación entró por la vivencia de las virtudes en grado heroico y por haber realizado un milagro en una niña tucumana que padecía de osteomielitis necrozante al momento de nacer", explicó. 

Tras definir la virtud, en un sentido general, como "un hábito operativo bueno", manifestó que "cuando afirmamos que Fray Mamerto Esquiú vivió las virtudes en grado heroico, y todas las virtudes, debemos pensar en que éste fue un trabajo diario y que lo realizó durante toda su vida", y "para vivir las virtudes de una manera plena, tuvo que adiestrarse en el ejercicio de la perfección, y seguramente tuvo un sinfín de dificultades". 

Continuando con lacharla, describió las virtudes cardinales y cómo las vivió Esquiú. Se denominan cardinales "porque todas las demás se agrupan en torno a ellas. Estas son: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza", y luego describió cada una de ellas, señalando que "fray Mamerto Esquiú vivió las virtudes cardinales diariamente. Toda su vida fue un progresar continuo, dejándose modelar por Dios, como el alfarero a la arcilla". 

En otro tramo, destacó que Esquiú vivió las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad", las cuales "se refieren directamente a Dios" y "disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad". En este punto, resaltó cómo Mamerto "desde pequeño mamó la fe en su entorno familiar cristiano... En su humilde casita de Piedra Blanca, vivió desde pequeño esa fe simple, pura, transparente, sencilla, pero llena de sueños, de amor a sus padres y hermanos y sobre todo a Dios".

Respecto de la esperanza dijo que "es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los Cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo". Sobre ella, el fraile franciscano decía: «Mantengamos firmes la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa».Y expresó que "la esperanza es «ancla del alma» segura y firme que penetra a donde entró por nosotros como precursor Jesús". 

"La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, por amor de Dios. Esquiú decía sobre la caridad: Dada en nosotros esa divina caridad, nos serían como naturales todas las más grandes virtudes, el celo y paciencia, el estudio y oración, pureza, humildad y mansedumbre y tantas otras que requiere el ministerio sacerdotal", enfatizó. 

"Fray Mamerto es el Santo Obispo de los pobres, como le decían ya en vida; es el Obispo de la caridad sin fronteras. El Pastor incansable que recorrió todo tipo de caminos para llevar a Jesucristo a tantas almas necesitadas de la Misericordia de Dios. Y así murió, un 10 de enero de 1883, en la Posta de El Suncho, entregando su vida a Dios, y a los hermanos, los más pobres, visitando a las comunidades, siendo cercano, Padre, hermano, Pastor, desprendido de todo para los demás. La casa del Obispo, en Córdoba, estaba rodeada todos los días de hermanos que iban a verlo, porque querían hablar con él, o a pedirle una limosna, y porque simplemente querían sentir el calor de la Iglesia, ya que el Obispo Esquiú, era hermano de todos". 

"Finalmente podemos comprobar en la vida de Fray Mamerto Esquiú los frutos del Espíritu de Dios. Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La Tradición de la Iglesia enumera doce: «caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad, así lo expresa el Catecismo", expresó. 

Para cerrar, leyó un fragmento del decreto del Papa Benedicto XVI sobre las virtudes de Fray Mamerto Esquiú, publicadas el 16 de diciembre de 2006.