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Fue abandonado desde pequeño, creció en la extrema pobreza y ahora heredará una fortuna

Marcelo Urbano no tuvo una vida sencilla. Su madre fue violada a los 19 años, su padre lo negó. Se crio en la extrema pobreza, al cuidado de su abuela y, al crecer, se enteró la verdad de su origen.

26 Abril de 2022 02.06

Podría ser un guion de una telenovela, pero es la vida real de Marcelo Urbano: un hombre que creció en la absoluta pobreza, vive de las changas de albañil y acaba de confirmar con dos ADN que es hijo de un importante bodeguero de quien heredará parte de su fortuna.

La historia que ahora parece feliz es muy dolorosa para él. Según le contó su mamá, todo comenzó en la navidad de 1962, cuando con 19 años fue violada por el hijo menor de la familia Lapania, dueña de la finca donde trabajaba como mucama en Córdoba. Allí comenzó el calvario de esta mujer y empezó a trazarse el destino de Marcelo.

Fue abandonado por su mamá y creció en el medio del campo al cuidado de su abuela, que hacía lo posible por sacarlo adelante. Marcelo no fue a la escuela, pasaba días sin comer y compartía la cama con sus tres primos. “Mi mamá no estaba preparada para criarme”, cuenta Marcelo a Telenoche.

La madre de Marcelo Urbano, una de las pocas fotos que conserva de ella. Foto: Telenoche
La madre de Marcelo Urbano, una de las pocas fotos que conserva de ella. Foto: Telenoche

Al cumplir los 18 años se enteró de la verdad y fue en busca de su padre. Supo que se llamaba Eduardo Lapania, y logró sentarse a tomar un café con él: “Me dijo que no conocía a mi mamá, que no sabía quién era, me dijo que venía por la plata. Tomé aire, me levanté y le dije cosas que ahora no voy a repetir. Y me fui”, dice Marcelo.

Fue cuando se casó y nacieron sus hijos que la historia volvió. Ellos le preguntaban a Marcelo por sus abuelos y había una parte que no se podía contar. Así fue que, alentado por su familia, en 2019 inició un juicio por filiación. El primer ADN, realizado por el Laboratorio de Inmunogenética y diagnóstico Molecular, le dio 99,7% de compatibilidad con el dueño de la Bodega San Cristóbal, quien negó el estudio y pidió uno nuevo en un laboratorio designado por él.

El segundo examen de ADN se realizó en el Centro de excelencia en productos y procesos de córdoba (CEPROCOR), y fue aún más exacto: 99.9 %.

Con la contundencia de los datos, la Justicia ratificó que Marcelo Urbano es hijo biológico de Eduardo Lapania, uno de los propietarios de la conocida bodega mendocina Don Cristóbal, que exporta vinos a más de 15 países. El hombre, además, es geólogo de profesión y -según señala en su cuenta de Instagram- cónsul honorario de Bélgica.

Mientras Marcelo tramitá su nuevo DNI que llevará el apellido Urbano Lapania, su padre sigue negando lo que la evidencia muestra. Además, le inició una demanda por más de 100 millones de pesos, por la falta de oportunidades en todos estos años. “Quiero reivindicar el nombre de mi madre, que siempre me dijo la verdad”, asegura Marcelo.

“Si tuviera enfrente a mi padre le diría todo el daño que les hizo a mi mamá y mi abuela. Aunque si me hubiese reconocido mi vida habría sido más fácil, a mí no me va a cambiar nada el dinero. A lo mejor, a mis hijos y a mis nietos sí”, concluye.