La felicidad de los argentinos cae a uno de sus niveles más bajos en ocho años
El último informe de Insight 21 confirmó que menos de la mitad de la población se considera feliz y que los niveles de bienestar continúan descendiendo en casi todos los segmentos sociales. El estudio, realizado en siete ciudades, advierte sobre la necesidad de fortalecer políticas públicas y estrategias organizacionales orientadas al bienestar emocional.

La felicidad de los argentinos volvió a caer y alcanzó uno de sus niveles más bajos en los últimos ocho años. Así lo señala la nueva medición del Observatorio de Tendencias de Insight 21, el think tank de la Universidad Siglo 21, que presentó los resultados correspondientes al segundo semestre de 2025. Según el informe, menos de la mitad de los encuestados se considera feliz, un dato que confirma la tendencia descendente registrada desde 2024.

La investigación evidencia que los niveles de bienestar experimentaron una merma generalizada en los últimos meses. "Los niveles de felicidad de los argentinos disminuyeron levemente respecto del primer trimestre de 2025, y se ubican entre los más bajos registrados en los últimos ocho años", señala el informe. Este retroceso afecta a hombres y mujeres, así como a la mayoría de los grupos de edad y niveles educativos, con algunas excepciones puntuales.

El estudio revela que la felicidad cayó 2,6% respecto del primer semestre de 2025 —cuando el índice alcanzaba 50,9%— y 6,2% comparada con el último semestre de 2024, cuando los niveles llegaban al 54,5%. La encuesta, realizada en siete ciudades del país, analiza además la evolución histórica del bienestar y su comportamiento según género, edad y formación académica.

Aunque algunos indicadores parciales muestran ligeras mejoras, como un aumento en la conformidad con la vida —el 33,1% afirma estar conforme con la mayoría de los aspectos de su vida y el mismo porcentaje asegura que no cambiaría nada si pudiera revivirla—, estas variaciones no alcanzan a revertir la disminución del índice global. La caída se consolidó como una tendencia sostenida durante los últimos ocho años.

Brechas por edad, género y educación

En cuanto a las diferencias por género, los resultados muestran que hombres (49,5%) y mujeres (47,4%) reflejan niveles similares en términos de felicidad, aunque la disminución fue más pronunciada entre las mujeres, con una caída del 3,7% respecto al inicio del año. Entre los grupos etarios, la franja de 18 a 29 años vuelve a ubicarse como la más afectada, con apenas 43,3% de respuestas positivas.

Uno de los pocos segmentos que registró una mejora fue el de 50 a 59 años, donde la felicidad creció 8,7%, alcanzando algunos de los valores más altos de su serie histórica. Este contraste demuestra el impacto desigual que el contexto socioeconómico tiene en las distintas etapas de la vida.

Respecto del nivel educativo, el panorama también presenta variaciones significativas. La felicidad disminuyó en todos los niveles, excepto en el primario, que mostró un sorprendente aumento del 16,3%, pasando de 52,9% a 69,2%. En cambio, la mayor caída se registró entre quienes poseen estudios de posgrado, donde apenas el 50% se considera feliz, lo que implica un desplome del 19,4% respecto del primer trimestre del año.

Un indicador clave para orientar políticas públicas

Para Florencia Rubiolo, directora de Insight 21, medir la felicidad no es un ejercicio abstracto, sino una herramienta estratégica para comprender el estado emocional y social del país. "Se trata de un indicador clave para el desarrollo humano sostenible que permite anticipar desafíos y orientar decisiones tanto del sector público como del privado", explicó. La investigadora subrayó que los resultados actuales, que se encuentran "entre los más bajos en casi una década", exigen diseñar políticas y estrategias que apunten a fortalecer el bienestar emocional, la salud mental y la calidad de vida.

Desde su creación en 2018, el Observatorio de Tendencias realiza mediciones periódicas que se convirtieron en una referencia nacional para el análisis del bienestar. Este nuevo informe reafirma su rol como generador de evidencia para la toma de decisiones públicas y privadas en un contexto social cada vez más desafiante.