Se sabe que la Peatonal Rivadavia es el lugar donde los artistas anónimos sorprenden, no solo por sus cualidades sino por historias de vidas, que llegan incluso a trascenderlos.

Este va a ser el caso de Oscar "Cachi" Sagani, un músico callejero, que se plantea su día a día como “una forma de trabajo en libertad”. Con esa mentalidad desarrolla su arte desde hace doce años y además de cantar y conmover con su guitarra, se plantea el ida y vuelta con el público que no puede evitar pararse unos minutos para escucharla.

El “truco” de Oscar no es solo su voz sino quien lo acompaña y le hace el aguante casi todos los días. El la presenta como su hija del corazón pero desde que ella le dice “papi”, se le acreditó a él un título valioso, que el mismo con orgullo cuenta. Es así que Yazi también se anima a cantar y lo hace a la perfección y aunque con un poquito de vergüenza.

La presencia de la pequeña, según “Cachi”, ayuda a que quienes ven a “Los Sagani”, entiendan que del arte callejero también se puede vivir. “Les decimos que no tengan vergüenza, sobre todo a los niños cuando la ven a ella. Del arte se puede vivir y todo se trata de fomentar la cultura”, declara el artista convencido.

La familia de artistas se completa con la esposa y mamá de Yazi y Tupac, el otro hijo del corazón. El jovencito que también canta hoy faltó a la peatonal porque le tocaba cuidar su madre, que como nos contó Oscar, está atravesando las últimas semanas de su embarazo. “Ya voy a dejar de ser papá del corazón y vamos a ser una familia más unida, además de artista”, dijo el músico con una sonrisa tremenda.

El resto del diálogo que mantuvo La Unión con el artista callejero, aprovechando al miércoles nubladito, a continuación.

Fotos y video: Cinthia Sánchez - La Unión