El Aconcagua no concede favores. A casi 7.000 metros sobre el nivel del mar, el oxígeno escasea, el viento castiga sin tregua y cada paso exige una determinación extrema. En ese entorno hostil, donde el cuerpo y la mente son llevados al límite, Luz María Santana encontró no solo su lugar de trabajo, sino también el escenario donde materializó uno de sus mayores sueños. Nacida en la localidad cordobesa de La Cumbre, la joven montañista logró una hazaña histórica al convertirse, con apenas 26 años, en la mujer más rápida en ascender y descender el pico más alto de América.
El récord se concretó el 22 de febrero de 2025, cuando Santana completó el recorrido total en 7 horas y 35 minutos: 6 horas y 6 minutos para alcanzar la cumbre, ubicada a 6.962 metros, y apenas 1 hora y 29 minutos para el descenso. De este modo, superó con amplitud la marca anterior de 8 horas y 17 minutos, establecida por la atleta checa Lenka Poláčková, y dejó su nombre grabado en la historia del montañismo femenino.
Una vocación que nació en la montaña
La relación de Luz María con la montaña comenzó mucho antes del récord. El punto de partida fue su formación como Guía de Montaña en el Instituto Superior Arturo Umberto Illia, en Villa Carlos Paz. Allí, como muchos de sus compañeros, empezó a soñar con el Aconcagua, ese gigante que atrae a montañistas de todo el mundo.
"La idea de trabajar como porteadora nace desde el primer año de la carrera", relata Santana. Se trata de una actividad exigente, clave para las expediciones de altura, que consiste en transportar equipos y cargas hasta los campamentos superiores. Para Luz, ese trabajo representaba una oportunidad doble: sumar experiencia profesional y lograr una aclimatación física privilegiada.
Cada temporada, entre noviembre y marzo, el Aconcagua se convierte en su hogar. "Era una gran oportunidad para terminar la temporada laboral con un estado físico mucho mejor, con el cuerpo adaptado a la altura", explica.
La vida como porteadora a más de 4.000 metros
El trabajo no es sencillo. Un porteo estándar implica cargar unos 20 kilogramos de equipamiento ajeno, a los que se suman los elementos personales: mochila, abrigo, hidratación, radio y guantes. Con ese peso, Luz realiza recorridos entre campamentos como Plaza Canadá, Nido de Cóndores o Cólera, muchas veces combinando subidas y bajadas en una misma jornada.
"El trabajo del porteador es diferente al del guía. Es llevar las cargas de los clientes desde el campamento base hasta los campamentos de altura, e incluso hasta la cumbre en algunos casos", detalla.
A pesar de la dureza, la adaptación fue total. "Al principio dormir en Confluencia se siente extraño, pero cuando llego a Plaza de Mulas ya me siento en casa", asegura, dando cuenta de un vínculo profundo con la montaña.
Ser mujer en un ambiente extremo
Consultada sobre su experiencia en un ámbito históricamente masculinizado, Santana reconoce avances. "No viví diferencias tan marcadas como las que existían antes", afirma, aunque admite que el desafío mental sigue siendo grande. "Compararse y querer estar exactamente a la par de un varón puede ser difícil. Biológicamente no siempre es posible, pero podemos aportar muchísimo", reflexiona.
Para ella, la clave está en el respeto de las diferencias y en reconocer las fortalezas propias dentro del equipo.
La construcción de un récord
Durante la temporada 2024-2025, sus compañeros comenzaron a notar algo distinto en sus tiempos. "Me decían que mis ritmos eran muy buenos y que podía intentar romper el récord", recuerda. La confirmación llegó cuando se estableció una nueva marca femenina, lo que terminó de impulsar la decisión.
El intento fue planificado cuidadosamente junto a Lucas Bertolani, quien la acompañó en el ascenso. Cada jornada de trabajo se transformó en una instancia de medición y preparación, hasta que finalmente llegó el día clave.
"Fue una felicidad enorme. La contención y la energía del equipo de porteadores y porteadoras fue fundamental", destaca. Que el récord femenino del Aconcagua haya quedado en manos argentinas es, para ella, un orgullo colectivo.
Lo que viene
Lejos de conformarse, Luz María ya proyecta nuevos desafíos. Su objetivo es intentar mejorar su propia marca en febrero, aprovechando el cierre de la temporada. "Ahora tengo más confianza personal", dice con serenidad.
Con paso firme y mirada alta, Santana se consolida como un referente del montañismo nacional, demostrando que la verdadera fortaleza no está solo en la carga que se lleva sobre la espalda, sino en la capacidad de imaginar sueños y animarse a alcanzarlos.