Perdió Boca. Y es noticia. Porque cayó después de 15 fechas. Porque con la marcha que traía (diez victorias en los últimos 11) parecía que nadie podía sacarle este título. Porque jugó 60 minutos con un hombre de más. Y porque ahora, con este 0-2 de visitante ante Newell`s, abre como nunca la pelea por el campeonato. Porque Racing tiene la chance de pasarlo si vence el martes a Lanús, porque Atlético Tucumán también vuelve a soñar y porque hasta River, todavía conmovido por el adiós de Gallardo, aún tiene posibilidades (quedaría a un punto de vencer a Central).
La única buena para el Xeneize es que, a pesar de este domingo olvidable, sigue dependiendo de sí mismo: al tener un partido menos (el miércoles juega el suspendido ante el Lobo), en caso de ganar los dos que le quedan, será campeón.
Sin embargo, ahora le puso un suspenso inesperado al final de la Liga. Tanto, como esta derrota en Rosario. Porque en un momento parecía tener todo a disposición para seguir sacando ventaja. Sobre todo, a partir de la rápida expulsión de Sforza a los 34 del primer tiempo, por doble amarilla (primero por falta a Varela y luego por cortar una trepada prometedora de Ramírez). Dio la sensación, ahí mismo, que el Xeneize aprovechaba esa situación, porque acorraló al local y se mostró decidido a ir por el 1-0, aunque nunca pudo generar una chance clara de gol para lograrlo.
Pero la película del segundo tiempo cambió por completo. Y los errores propios lo condenaron. Los de adentro y los de afuera. Primero Ibarra sorprendió con un cambio tan extraño como ofensivo a partir de la salida por lesión de Zambrano. A la cancha Villa, en su retorno tras 49 días, y un retoque defensivo que sería fatal desde el mismísimo arranque: Advíncula de dos para cubrir a su compatriota (ahí el DT pudo haber elegido al Pola Aranda) y Medina de cuatro. Pues bien, salió muy mal.
El peruano, en la primera que tocó en su nueva función, la dejó corta, Juanchón García la robó, pasó el tibio cruce de Roncaglia (tan responsable como su compañero) y, cara a cara ante un Rossi que tardó en salir, la clavó arriba, en el primer palo. 1-0 para el local, con 10. Y sorpresa.
A Boca lo desordenó ese golpe tanto como la modificación en su defensa que le costó el partido. Al rato, Méndez apiló otra vez a cuatro jugadores visitantes y llegó a rematar cruzado ante el arco de Rossi. Una transición demasiado fácil para un equipo que con uno menos arrancó el segundo tiempo como si tuviera uno más.
Al equipo de Ibarra le costó reaccionar. Villa, en su retorno, intentó ser lo desequilibrante que había sido antes de su lesión, pero Boca no encontró la forma de entrarle a un ordenado Newell's. Inconstante Benedetto, desaparecido Langoni (en el segundo tiempo no la tocó), el DT xeneize volvió a mover fuerte el banco: Weigandt por el tocado Medina, Payero por Varela y Romero por Ramírez. Y por último, Vázquez por Pol Fernández.
Así, un Boca desconocido en su estructura (Weigandt, Advíncula, Roncaglia, Fabra en el fondo; Payero, Romero; Langoni, Pipa, Vázquez y Villa, así terminó, con un 4-2-4) y también en su espíritu, no pudo nunca hacer pesar el hombre de más. Así fue como el colombiano Ditta, de cabeza, sentenció el 2 a 0, llenó de dudas a un equipo que hasta acá no las tenía y abrió el juego para sus escoltas.
Boca sigue dependiendo de Boca, pero el campeonato, ahora sí, está al rojo vivo... (Fuente Olé)
