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Charly García cumple 69 años: su llegada a la música, las canciones y la consagración

Un repaso por la carrera del artista que marcó a varias generaciones.

23 Octubre de 2020 12.17

Carlos Alberto García Moreno, Charly para todo el mundo, nació el 23 de octubre de 1951. Fue el primer hijo de Carmen Moreno y de Carlos Jaime García-Lange, un ingeniero dueño de la primera fábrica de fórmica de la Argentina y profesor de física y matemáticas. Su llegada a la música fue desde muy chico. Todo comenzó cuando García Moreno pisó con cinco años un conservatorio para tomar sus primeras lecciones de piano. Entre obras de Bach, Mozart o Chopin, el pequeño Charly sorprendió al mostrar sus composiciones. Su oído absoluto se encargó de reconocer todos aquellos sonidos que para la gran mayoría estaban ocultos.

Su madre trabajaba como productora de radio en el programa Folklorísimo, donde varias estrellas de la canción participaban del ciclo. Ella siempre hablaba sobre las cualidades musicales de su hijo.

En una oportunidad, Mercedes Sosa estuvo como invitada en la casa de los García Moreno y al escucharlo tocar a Charly dijo: “Este chico es como Chopin”. Otro que se sorprendió fue Eduardo Falú, cuando Carlitos descubrió que estaba desafinada su guitarra.

Toda esa formación clásica se detuvo cuando descubrió el rock, y en especial a los Beatles. “La civilización terminó el día que los Beatles publicaron 'I Want To Hold Your Hand”, contó en una entrevista.

Ya en el secundario, en el Dámaso Centeno, Charly García deslumbraba a sus compañeros durante las clases de música. El dato sobre su gran oído llegó a otro alumno, Nito Mestre que lo buscó. “Por alguna razón cambié de turno durante una semana. Yo solía ir a la mañana y comencé a ir a la tarde. Un buen día entro a la sala de música y Charly estaba tocando el piano en un recreo”, recordó Nito en el libro No digas nada de Sergio Marchi.

De ese encuentro nació Sui Generis. Una banda que marcó a los chicos de los '70 con sus letras cargadas de inocencia y la cadencia del folk. El grupo arrancó con seis integrantes, en 1969, pero al tiempo solo quedaron dos. Bajo esta formación debutó en una sala de de Mar del Plata, en un escenario por donde también pasaron por ese verano grupos como Pedro y Pablo, Pappo´s Blues, La cofradía de la flor solar, entre otros.

Sui Generis marcó a los chicos de los '70 con sus letras cargadas de inocencia y la cadencia del folk. La imagen de esos dos flacos de pelo largo quedó inmortalizada en la tapa de Vida (1972), su disco debut. Sus primeros temas “Canción para mi muerte”, “Necesito”, “Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris”, “Cuando comenzamos a nacer” y “Quizás porque”, retrataban lo absurdo del mundo y el público se identificaba.

Ese primer trabajo lo grabaron en los estudios Phonalex, el mismo donde Luis Alberto Spinetta le dio vida al increíble Artaud. Participaron como invitados Claudio Gabis, Alejandro Medina, Francisco Prati y Jorge Pinchevsky.

“En este LP hicimos lo que nosotros queríamos. Hay folk rock y rock acústico. La temática del disco es muy concreta, no existe surrealismo alguno. Hay temas de amor, de historias de la ciudad. En lo musical, para el que nos escucha notará una semejanza en la melodía y en los arreglos con Elton John. Creo que eso es lo que quería lograr sin perder nuestra esencia”, reconoció Charly García en una entrevista a los días de su salida.

Luego llegarían Confesiones de invierno (1973) el simple Alto en la torre (1974) y Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974).

Cuando el grupo llegó al pico de su popularidad, con un par de discos publicados, García decidió poner punto final. El desgaste de los shows, la aparición de la censura, y la búsqueda de nuevos rumbos musicales, lo llevaron a tomar la decisión.

“El motivo es muy simple. Creo que Sui Generis tenía que terminar en algún momento y pienso que este es el mejor momento para hacerlo. Es el cansancio de hacer siempre lo mismo y tomar conciencia de que esto dio hasta dónde podía dar”, definió Charly García en una entrevista con la revista Pelo, semanas antes de la presentación del grupo en el Luna Park. Una noticia que sorprendió a los fans. El Adiós Sui Generis, en septiembre de 1975, con un Luna Park marcó un hito en el rock argentino por la convocatoria récord de 25.600 espectadores.

Sui Generis también participó de la cumbre del rock acústico con PorSuiGieco (Raúl Porchetto, León Gieco y María Rosa Yorio, cantante y por entonces la mujer de Charly). En 1976 grabaron un disco con canciones como “El fantasma de Canterville” ; “Quiero ver, quiero ser, quiero entrar” y “Todos los caballos blancos”.

Su siguiente desafío fue La Máquina de Hacer Pájaros (cuyo nombre salió de una historieta del dibujante Crist). Con Carlos Cutaia (teclados), Gustavo Bazterrica (guitarra), José Luis Fernández (bajo) y Oscar Moro (batería) como fieles compañeros. García decidió explorar un nuevo terreno musical dominado por los grandes grupos de la época. Se acercó a un sonido más complejo y cercano al rock sinfónico que sacudía al mundo.

Con la llegada de la dictadura, Charly decidió terminar el proyecto y buscó cambiar el aire. Se fue a Brasil, a Búzios, junto a David Lebón para darle vida a una nueva experiencia. Durante esa estadía fue dejando atrás la adolescencia de Sui Generis, la experimentación de La Máquina y abrió paso a su banda fundamental: Serú Girán. Empezaron a zapar con Lebón, se sumó Moro y, un poco más tarde, Pedro Aznar, “un pibe que la rompía en el bajo” tal como lo definió David.

“Seminare”, “Eiti-Leda”, “Alicia en el País”, “Peperina”, “Cuánto tiempo más llevará” y “No llores por mí Argentina” fueron algunos de los temas que hoy son clásicos. “Los Beatles argentinos” para muchos.

Ya a principios de los '80, el genio de bigote bicolor arrancó con su carrera como solista. La primera experiencia fue la música para la película “Pubis Angelical”, del director Raúl de la Torre, basada en la novela homónima de Manuel Puig. El disco llegó a las disquerías en formato doble junto a Yendo de la cama al living, que tenía canciones como “Inconsciente colectivo”, “Yo no quiero volverme tan loco” y la que le da nombre al disco. Fue presentado ante 25 mil personas en el estadio de Ferro, el 26 de diciembre de 1982, bajo el lema “No bombardeen Buenos Aires” y con una gran puesta en escena a cargo de Renata Schussheim.

Con la llegada de la democracia, Charly se cortó el pelo, se puso un sobretodo y se fue a los Estados Unidos. Se interesó por propuestas cargadas de máquinas de ritmo, secuenciadores y nuevos teclados. De esa mezcla, salió Clics Modernos, un cambio radical dentro de su carrera, con canciones que ya son clásicos como “Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)”, “No me dejan salir” y “Los dinosaurios”. “Lo veo polentoso, suena fuerte, muy fuerte. Si lo miro desde afuera, lo veo algo así como provocador, no hay ningún disco argentino que suene mejor”, contó en una entrevista de la época.

Llegarían más discos en excelente nivel: Piano Bar, Parte de religión y Cómo conseguir chicas. Los '90 llegaron con Filosofía barata y zapatos de goma. El disco que incluyó una versión del Himno Nacional Argentino y que instaló la polémica.

La hija de la lágrima (1994) fue una experiencia cercana a la ópera rock con pasajes instrumentales interesantes y la marca de Charly en canciones como “Chipi chipi”, “La sal no sala”, “Fax U”. La muerte de Kurt Cobain de Nirvana causó dolor en el artista que, para homenajearlo, se tiñó el pelo de rubio. Los '90 marcaron un cambio generacional con Say no More (1996) y El aguante (1998)

Fueron tiempos de excesos y escándalos, pero García no se detuvo y siguió haciendo música: publicó Influencia (2002) y Rock and Roll YO (2003). Random (2017), es su última muestra de genialidad con canciones como “La máquina de ser feliz”. En los últimos años, García construyó la Torre de Tesla, donde junto a su banda entregó todos estos años de experiencia sobre el escenario. (Fuente TN)