La Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal de La Plata revocó el sobreseimiento del cura Raúl Anatoly Sidders, acusado de abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores, y ordenó que la causa siga su curso hasta el juicio oral. Esta decisión revierte el fallo de primera instancia que había beneficiado a Sidders con la prescripción penal, a pocos días del inicio del debate.

El tribunal superior no solo dio marcha atrás con la medida, sino que también declaró la inconstitucionalidad del fallo anterior, utilizado por la defensa para solicitar el cierre del caso.

Sidders, quien fuera capellán del Colegio San Vicente de Paúl en La Plata, fue denunciado por Daniela Silva por hechos ocurridos cuando ella era menor de edad. La causa sufrió años de demora, pero finalmente había llegado a la etapa de juicio. Sin embargo, días antes de su inicio, la jueza de Garantías lo sobreseyó, argumentando que el delito ya estaba prescripto.

El fiscal y las abogadas de la denunciante apelaron la decisión, y la Sala III de la Cámara les dio la razón. La Cámara revocó el fallo y declaró inconstitucional el artículo 63 del Código Penal, que establece el inicio del plazo de prescripción en casos de abuso sexual infantil cometidos antes de la modificación de la ley.

Según el documento al que accedió TN, los jueces Fernando Mateos y Juan Benavides consideraron que aplicar ese artículo en este contexto "vulnera tratados internacionales de derechos humanos con jerarquía constitucional", como la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención de Belém do Pará. Con esta medida, los jueces priorizaron el acceso a la justicia para las víctimas, incluso si transcurrieron muchos años desde el hecho, dado que en este tipo de delitos, las víctimas suelen denunciar una vez alcanzada la adultez.

La incansable lucha de la madre de Daniela por encontrar Justicia

Daniela tenía 32 años cuando falleció tras una enfermedad renal que se manifestó después de denunciar a Sidders. "La luchó hasta el final, es una guerrera. La terminaron quebrando el abuso, la indiferencia y la impunidad", lamentó su madre, Patricia, en diálogo con TN.

"Daniela murió esperando que el cura que abusó de ella sea condenado. Hoy sigue caminando entre nosotros, como si nada. Si la Justicia no lo condena, que al menos lo condene la sociedad", expresó Patricia, conmovida.

La historia de Daniela es un reflejo de la lucha de muchas víctimas de abuso. Todo comenzó en 2008, cuando era alumna del colegio San Vicente de Paul de La Plata. Sidders, entonces capellán de la institución, la citaba a confesarse casi a diario. No obstante, lo que ocurría en su despacho distaba de ser un sacramento.

Según la denuncia, allí la sometía a situaciones aberrantes. "Abusaba de ella de muchas formas, hacía que lo masturbe y después eyaculaba en un frasco. A él le decían 'frasquito' por eso", relató Patricia.

Durante cinco años, la violencia fue una constante. Daniela guardó silencio, ya sea por miedo, vergüenza o por no encontrar a nadie que le creyera. Recién en 2020, casi dos décadas después, pudo contárselo a su mamá. "Lamento tanto no haber sabido antes todo lo que estaba pasando", se reprochó Patricia.

Al momento de la denuncia, se encontraron con una pared. "Desde la institución nos cerraron las puertas y jamás nos escucharon. Incluso cuando él quedó detenido, la primera vez, tuvo la cara de decirle a Daniela que la perdonaba. Como si ella hubiese hecho algo malo. Como si estuviera mintiendo", sostuvo Patricia.

De la cárcel a la libertad y el rol del entorno eclesiástico

La Justicia había avanzado, aunque con lentitud. En 2020, después de que el fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta reuniera testimonios y pruebas, ordenó la detención del cura, quien estuvo prófugo por dos días. Finalmente, al entregarse, Sidders fue alojado solo unos meses en el penal de régimen abierto Roberto Pettinato.

Estaba procesado por abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores, agravados por su condición de ministro religioso y por las secuelas en la salud mental de la víctima. Sin embargo, en 2021 se le concedió la prisión domiciliaria. A pesar de no tener más de 70 años ni problemas graves de salud, se le permitió cumplir la medida en una quinta en Pilar.

Desde el inicio de la causa, el entorno eclesiástico adoptó una postura defensiva. Según denunciaron familiares y allegados a la víctima, el Arzobispado de La Plata -primero bajo la conducción de Héctor Aguer y luego de Víctor Manuel Fernández, actual titular del Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano- no solo le dio la espalda a Daniela, sino que además buscó proteger a Sidders.

Durante el tiempo en que estuvo prófugo, el cura fue localizado en Misiones, donde habría recibido apoyo del Obispado de Puerto Iguazú. Incluso llegó a desempeñarse como capellán del escuadrón local de Gendarmería Nacional.

Además, el Arzobispado de La Plata publicó el nombre completo de Daniela, a pesar de que la joven había optado por mantener su identidad en reserva utilizando "Rocío" como seudónimo, y envió cartas documento a periodistas y medios que difundieron su historia.

Finalmente, después de cinco años de lucha, la Justicia lo sobreseyó, dejándolo en libertad absoluta. La decisión del TOC 5 se basó en un reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que en los últimos días benefició al cura José Justo Ilarraz, condenado en 2018 a 25 años de prisión por abusos contra seminaristas en Paraná durante los años 80 y 90. En ese caso, el máximo tribunal consideró que los delitos habían prescripto.

A partir de este antecedente, la defensa de Sidders solicitó que se aplicara el mismo criterio, y el tribunal de La Plata hizo lugar a la solicitud. Así, entendió que había transcurrido el plazo legal para que el Estado pudiera juzgarlo penalmente, más allá de la gravedad de los hechos investigados.

Después de dos semanas de espera, la Cámara revocó el fallo. Si bien la defensa puede apelar la decisión, el excura podría ir a juicio. Y, aunque Daniela no estará para ver el debate, su mamá sigue peleando sola contra el olvido. Lo hace por su hija y por todos los chicos y chicas que aún hoy no se animan a denunciar. "Que este ser aberrante pague por lo que hizo", concluyó.