Si hablamos de plantas que nos brinden un toque diferente sin salir de lo clásico, los Jazmines son de las primeras que se nos vienen a la mente. Se trata de una variante que nunca falla en su misión de aportar a la estética con su toque de naturaleza y un buen aroma al ambiente.
Esta especie tiene algunas particularidades que hay que tener en cuenta a la hora de pensar en su mejor desarrollo. Sin ir más lejos, vale saber que su conservación es diferente a algunas otras, por lo que no basta con colocarlos en hidratación una vez que se la retira desde el propio vegetal. En su caso, el tallo no ayuda para que el proceso de los Jazmines sea óptimo.
A partir de entender ese detalle, para evitar que la hierba empiece a presentar un color amarillento, que denote la falta de cuidado, se debe cortar la parte de abajo de la misma, de forma tal de que solo lo superior termine en el agua (llenar un recipiente preferentemente con agua tibia). De esta forma es como toda esa humedad hará su trabajo en pos de su conservación.
De dicho modo, los Jazmines no solo se mantendrán muy bien cuidados, sino que el perfume que expulsarán será todavía mayor. Lo que restará para que el trabajo sea completo será ir renovando el agua cada dos o tres días, mientras se va moviendo el recipiente, buscando una ubicación en la que no pierda frescura. También está recomendado colocarle a la hidratación una cucharadita de sal o azúcar.
Sus enfermedades
Como se dijo, siempre hay que intentar que los Jazmines no presenten irregularidades en el desarrollo para que el proceso de floración sea el adecuado. A partir de entenderlo, es clave conocer los motivos que pueden llevar a que sucedan dichas lesiones. Empezando por las hojas amarillentas.
En este caso, lo más probable es que la reacción responda a la falta de hierro o a un cuidado pobre en cuanto a hidratación. Igualmente, no hay que excederse en la humedad de la misma, ya que también es contraproducente para su desarrollo. Por último, la atención a la aparición de plagas siempre será crucial.
