Más allá de la polémica entre el socio gerente de Caravati y el presidente del Club Social 25 de Agosto, en el centro del conflicto subyace el tema del acoso, el cual es denunciado por las mozas del bar y del que son acusados algunos socios de esta institución. Las trabajadoras, quienes relatan desagradables situaciones, sostienen que las mismas no son un invento ni mucho menos una imposición desde su patronal, sino que son circunstancias verídicas. Ante esto, Arturo Navarro ya refirió que debían presentar pruebas, pero las gastronómicas responden marcando que, al momento de realizar el servicio, ellas no van con una cámara para poder dejar constancia de lo que les sucede en el momento y que, además, ellas no conocen con nombre y apellido a los socios, para así identificarlos en una presentación judicial.
Una de estas mozas, en diálogo con La Unión relató los duros momentos que tuvo que atravesar en más de una ocasión al estar en contacto con los socios, denominando siempre ese lugar al sector del Club Social donde se reúnen los asociados. Me ha tocado vivir experiencias feas al estar en ese lugar y tener que estar en contacto con esos tipos, que no son todos. Te piden las cosas de mala manera. Hablan mal, te dejan esperando, porque se les debe cobrar en el momento. Ahí es cuando ellos te dejan esperando como tonta, hasta que terminan de jugar y una no se puede ir, a pesar de estar abajo el bar explotado de gente. Ellos no son los únicos clientes y a todos los tenemos que tratar por igual.
Te silban y te miran
Una de las vivencias, más desagradables, relatadas por esta trabajadora gastronómica, es cuando tocaba llevar servicio al segundo piso, marcando allí que lo vivido era como estar en una cancha de fútbol. Al describir dijo: Arriba se amontonan, porque son muchísimos hombres. Y es ahí cuando te silban, te miran, te dicen cosas y hasta te hacen ir y volver. Vos te sentís incómoda, porque es como pasar de la elegancia del bar a una cancha de fútbol. Es horrible.
Ante estos hechos, tanto ella como las otras mozas, comunicaron la decisión de no volver a tener trato con los socios y para eso, por un tiempo, los mozos varones asumieron la tarea exclusiva del servicio, pero la medida duró por tiempo, porque los ahora señalados, reclamaron por las mozas para que estas volvieran a atenderlos.
La experiencia de ella concluyó luego de un fuerte cruce con uno de los socios, insistiendo en este punto que de ellos no conocen sus nombres, para poder proceder a la denuncia. El punto es que, la joven tomó la decisión de no volver a entrar en contacto con ellos, después que me tocaron. Ellos te toman de la mano, y te quieren abrazar y fue allí cuando le paré la mano.