En la tarde de este martes, la comunidad de Nuestra Señora de Luján, perteneciente a la parroquia San Pío X, vivió una jornada cargada de emoción, fe y espíritu navideño con la realización de un pesebre viviente, que convocó a familias, vecinos y miembros de distintos barrios del sudoeste de la ciudad capital.
La celebración tuvo lugar en la capilla ubicada en la intersección de avenida Latzina y calle Marcos Figueroa, donde se recreó el Nacimiento del Niño Dios, uno de los momentos centrales del calendario litúrgico cristiano. La propuesta fue vivida como un espacio de encuentro comunitario, reflexión y alegría compartida, en la previa de la Nochebuena.
La representación fue preparada y puesta en escena por los padres y niños que integran la Catequesis de Comunión y Confirmación, quienes, con dedicación y entusiasmo, asumieron los distintos roles del pesebre: María, José, el Niño Jesús, los pastores, los Reyes Magos y otros personajes que forman parte del relato bíblico. A lo largo de las semanas previas, las familias trabajaron de manera conjunta en los ensayos, la confección de vestuarios y la organización general de la puesta en escena.
El evento contó además con la participación activa de catequistas, quienes acompañaron el proceso formativo y artístico de los niños, y con una importante presencia de vecinos de los barrios 21 de Noviembre, Ojo de Agua y Parque Sur, así como de otros sectores de la zona. La convocatoria se amplió a la comunidad en general, fortaleciendo el carácter abierto e integrador de la celebración.
Durante la representación, se revivió el mensaje central de la Navidad, poniendo el acento en valores como la solidaridad, la esperanza, la humildad y el amor al prójimo. El pesebre viviente no solo ofreció una puesta en escena simbólica, sino que también se convirtió en un espacio de transmisión de la fe y de fortalecimiento de los lazos comunitarios, especialmente entre las familias y los más pequeños.
Desde la comunidad Virgen de Luján destacaron la importancia de este tipo de iniciativas, que permiten vivir la Navidad desde una perspectiva participativa y comunitaria, involucrando a niños, jóvenes y adultos en una experiencia compartida. Asimismo, resaltaron el compromiso de las familias y catequistas, cuyo trabajo conjunto hizo posible la realización del evento.
La celebración se desarrolló en un clima de recogimiento y alegría, con momentos de oración y reflexión, y fue acompañada por aplausos y gestos de emoción por parte de los presentes. Para muchos vecinos, el pesebre viviente se consolidó como una tradición que refuerza la identidad barrial y el sentido de pertenencia a la comunidad parroquial.
En el marco de las festividades de fin de año, la actividad se inscribió como una de las expresiones más significativas de la vida pastoral de la parroquia San Pío X, reafirmando el valor de la fe vivida en comunidad y el compromiso de seguir generando espacios de encuentro y participación.
