El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, presidió este sábado una emotiva misa en homenaje al papa Francisco en la Catedral Metropolitana, en el marco de las ceremonias de despedida que se realizan en distintos puntos del país y del mundo.
"Dios nuestro, que recompensas con justicia a todos los hombres, concede que tu servidor, el papa Francisco, a quien constituiste sucesor de Pedro y pastor de toda la Iglesia, pueda gozar eternamente en el cielo de los misterios de la gracia y del perdón que él administró fielmente en la Tierra", expresó el prelado al comenzar la celebración.
Durante su homilía, García Cuerva recordó: "El Evangelio de hoy nos dice que los que habían acompañado a Jesús estaban afligidos y lloraban, como nosotros hoy. Lloramos porque no queremos que la muerte gane. Lloramos porque se murió el padre de todos. Lloramos porque ya sentimos en el corazón su ausencia física. Lloramos porque nos sentimos huérfanos".
El arzobispo subrayó el impacto del liderazgo de Francisco: "No terminamos de comprender ni de dimensionar su liderazgo mundial. Lloramos porque ya lo extrañamos mucho y no queremos que nos pase lo que cantaba Carlos Gardel en uno de sus tangos: las lágrimas taimadas se niegan a brotar y no tenemos el consuelo de poder llorar".
García Cuerva también evocó una reflexión del propio Francisco: "Recordemos cuando nos decía 'al mundo de hoy le falta llorar'. Lloran los marginados, los dejados de lado, pero quienes llevamos una vida más o menos sin necesidades, no sabemos llorar".
El arzobispo destacó el rol profético del papa Francisco al denunciar los males que afectan a la humanidad: "Desenmascaró a varios demonios, como el de la guerra, y nos recordaba que la paz es el sueño de Dios para la humanidad. Sin embargo, constató que la guerra sigue siendo una pesadilla que enriquece a unos pocos en detrimento de la vida de muchos".
También rememoró la histórica elección de Jorge Bergoglio como pontífice: "Nos costó creer cuando lo vimos salir vestido de blanco al balcón de San Pedro. Nos costó creer que un papa argentino y porteño abrazara a los más pobres, a los presos, a los enfermos, sin descuidar los grandes escenarios del mundo".
Finalmente, García Cuerva llamó a honrar su legado con un compromiso de fraternidad: "Queremos darle a Francisco un gran abrazo y decirle: gracias, perdón, te queremos mucho. Pero también sabemos que nos debemos muchos abrazos entre nosotros. Hagamos de ese abrazo un pacto para vivir su magisterio y alcanzar la tan anhelada fraternidad entre los argentinos".
Tras la misa, los asistentes realizaron un abrazo simbólico a la Plaza de Mayo. Luego comenzó una peregrinación que incluyó la Casa de Mama Antula en Constitución, los hospitales Borda, Tobar y Rawson, el Hogar de Cristo en San Alberto Hurtado y la parroquia Virgen de Caacupé.
Desde la madrugada, la Catedral vivió una intensa vigilia bajo la lluvia, con cantos, velas y banderas, mientras los fieles esperaban la misa porteña y el funeral de Francisco en la Plaza San Pedro, en el Vaticano.