La Escuela N°367 "Midemia Taire de Taire" de la localidad de Santa Cruz, departamento Valle Viejo, festejó sus 100 años de vida institucional al servicio de la educación.
Recostada en el faldeo del cerro Ancasti, está la “escuelita andariega”, que brindó una educación integral a niños en diferentes casas de familia, que se cambió siete veces de casa hasta que desde el año 1963 ocupa el actual establecimiento gracias al trabajo mancomunado con las familias y la comunidad de aquellos tiempos fue construido su edificio propio.
Durante el emotivo acto que reconoce el centenario aniversario del establecimiento educativo, estuvieron presentes la Secretaria de Gestión Educativa, Analia Valcalda, la directora de Nivel Primario, Ana Laura Marchetti, la supervisora General, Mónica Diaz, los supervisores pedagógicos Luis Villagra, Rosita Sotomayor y Patricia Ramayo. Participó también la intendenta Susana Zenteno y la subsecretaria de Educación del municipio, Laura Figueroa, junto al equipo directivo de la institución, docentes, alumnos, ex docentes, ex alumnos, familias y vecinos de la institución escolar.
Carlos, ex alumno, recuperó en su discurso la importancia de la primera cooperadora escolar, desde el trabajo responsable, donde las múltiples acciones permitieron generar beneficios para la escuela y acercar a la comunidad desde una participación activa.
La Intendenta Susana Zenteno, quien una vez más acompañó a Santa Cruz en este significativo acontecimiento destacó que "es una escuela muy buena en su quehacer cotidiano, considerando la matrícula de estudiantes que concurren día a día, muy solicitada por las familias de la comunidad, ya que brinda un buen servicio educativo. Es una escuela que tiene arraigo en la zona, la gente las siente propias. Es un lugar de encuentro para todos, estamos muy contentos de que la institución cumpla 100 años”.
Como cierre, la Secretaria de Gestión Educativa expresó al respecto: “Es muy emocionante conocer aquellos primeros años de la escuelita andariega, la significativa participación de esta institución, de la familia y de la comunidad, que hizo posible la construcción del edificio propio; conversar con ex alumnas quienes a través de sus relatos manifestaron el profundo amor y respeto a sus maestras y maestros; las extensas caminatas hasta llegar a la escuela; los hermosos momentos compartidos en los recreos desde los juegos, hasta la merienda y el acompañamiento de la familia”.
Valcalda concluyó que "hoy como ayer la escuela continúa escribiendo su historia y necesita de todos y cada uno de nosotros para seguir andando”.
