Durante la noche del sábado, último día del Septenario en honor de la Virgen del Valle, rindieron su homenaje las familias, Pastoral Familiar y Movimiento Familiar Cristiano, Grávida, Renacer y Familiares de Víctimas de Accidentes de Tránsito Catamarca (Faviatca). 

La Eucaristía fue presidida por el padre Marcelo Amaya, responsable de la Pastoral Familiar en la diócesis, y concelebrada por el rector del Santuario Catedral, padre Juan Ramón Cabrera, en el templo catedralicio, que se vio desbordado de fieles y peregrinos.

En el comienzo de su homilía, el padre Amaya manifestó "la alegría de poder estar a los pies de Nuestra Madre ya concluyendo sus fiestas", resaltando que "hoy en el día propio de Ella, que es el segundo sábado después de Pascua. Venimos a los pies de la Virgen también como familias a pedirle a Ella que es la Reina de nuestras familias". 

Afirmó que la Madre Morena "siempre ha estado por generaciones y generaciones, y esta piedad popular, esta devoción a la Virgen es la que ha ayudado a muchas familias a poder vivir y transmitir la fe a sus hijos, a sus nietos; siempre hay un papá, una mamá que ha dado testimonio de su amor a la Virgen, una abuela, un tío, y así nos hemos ido alimentando de esa devoción a María, que nos ha ayudado en gran medida a vivir nuestra fe en Jesús, porque María quiere llevarnos siempre a Jesús. Quiere que Jesús esté presente en la vida de toda familia cristiana". 

También afirmó que "tenemos que trabajar mucho por las familias instituidas y queridas por Dios, pero desde las realidades que hoy tenemos también, para que todos podamos valorar la importancia de la familia porque Dios es familia. Y nosotros también aprendemos a vivir esos lazos, esos vínculos, esas relaciones del interior de la familia", apuntó.

Mirar con esperanza en este Año Jubilar

"Es lindo pensar en la familia como Iglesia doméstica, es el primer lugar donde aprendemos a vivir la comunión, la comunidad en presencia de Jesús, en presencia de la Virgen", señaló destacando luego que "estamos en este Año Jubilar que nos ha regalado el Papa Francisco con este gran motivo de reflexión que es la esperanza. Y necesitamos poner la esperanza en las familias. Vivimos una sociedad muy fragmentada, las familias tienen muchas crisis, todos sabemos que hay dificultades en los vínculos, en la compresión, a veces cuando se introduce la violencia y otras realidades como la droga, el alcohol, que nos trae muchos problemas a la vida de la familia. Por eso necesitamos mirar con esperanza esta realidad".

Por eso invitó a que "pidamos mucho por las familias ya que la esperanza que tenemos de que nuestra sociedad pueda transformarse tiene que ver mucho con la realidad de la familia. Todos podemos trabajar por la familia aún en la realidad que nos toque, porque es un bien para la sociedad. Se dice que es la célula de la sociedad y si la célula está sana, el cuerpo está sano; y si una célula se enferma tenemos que tener mucho cuidado, porque empieza a enfermarse una y otra y otra, y así muchas veces nuestro cuerpo está enfermo. En el cuerpo social a veces pasa eso también". 

Después de reflexionar sobre los textos bíblicos de este tercer domingo de la Pascua, donde "es muy importante la presencia del Resucitado, cómo lo van viviendo los discípulos, los apóstoles, en la que hay una figura muy importante que es la de Pedro", dijo, se refirió a este momento especial para la Iglesia con la elección del nuevo Papa, el Sucesor de Pedro, en el cónclave que está por iniciar. Y pidió que recemos "para que ese Papa sea el que Dios quiere con la luz el Espíritu Santo". 

Los alumbrantes participaron del servicio litúrgico, guiando la celebración, proclamando la Palabra de Dios, elevando las plegarias y acercando las ofrendas para la preparación de la mesa eucarística.

Antes de la bendición final alabaron a la Virgen con el canto.