Hace casi 15 años que Martín Cascales se dedica a la docencia en Santiago del Estero, enseñando matemática, física y NTICS en distintas escuelas. Durante ese tiempo, una escena se repitió incontables veces: los alumnos llegaban a clase sin los elementos de geometría. Algunos los olvidaban, otros los perdían y, en muchos casos, no podían comprarlos. Sin embargo, había un objeto que nunca faltaba en los bancos: la tarjeta SUBE.
Ese detalle fue el punto de partida de una idea que cambiaría su forma de enseñar. "Empecé a notar que los chicos usaban la SUBE para trazar líneas o subrayar. Me pregunté si no sería posible aprovechar ese mismo plástico para resolver el problema", contó Cascales.
El docente tomó prestada una tarjeta, marcó medidas en el canto y comprobó que podía funcionar como regla. Luego, recordó que tenía en casa viejas tarjetas de una sala de juegos en la que había trabajado y decidió intervenirlas con escalas y grados. Las llevó a clase y propuso a sus alumnos trazar ángulos y fuerzas con esos plásticos. El entusiasmo fue inmediato. "Ahí se me vino a la cabeza que todos los útiles estén en una misma tarjeta", recordó en diálogo con TN.
El nacimiento de GeoMetriCard
Durante un año, Cascales trabajó junto a sus alumnos para perfeccionar el prototipo. Fueron ellos quienes aportaron sugerencias sobre las escalas, los detalles y hasta el nombre, que se eligió por votación en el aula: GeoMetriCard.
El resultado fue una herramienta compacta, práctica y accesible: una tarjeta que reemplaza a la regla, la escuadra, el transportador y el compás. "Mi idea era darle un uso extra a algo que los chicos ya tienen, sin que represente un gasto adicional para las familias", explicó el docente.

Su objetivo final es que el diseño pueda imprimirse directamente en las tarjetas de transporte, como la SUBE, para que cualquier estudiante del país pueda acceder gratuitamente a sus útiles de geometría.
De Santiago al mundo
Cascales decidió invertir en una impresora 3D de escritorio para producir sus propias tarjetas, que hoy realiza artesanalmente, una por una, perforando cada pieza con un torno. Más tarde diseñó una versión transparente, con marcas de colores que facilitan su uso, y una versión pizarra pensada para docentes.
El proyecto comenzó a viralizarse en redes sociales y pronto llegó a escuelas de todo el país. Las solicitudes de compra y colaboración no tardaron en llegar, incluso desde Paraguay, España y Turquía. "Leer las devoluciones de otros profesores y alumnos me llena de orgullo. Ver que algo que pensé para resolver un problema local funciona en otros lugares es una satisfacción enorme", expresó.
Aunque su producción artesanal limita la cantidad de unidades, Cascales no pierde la esperanza de que una empresa del rubro educativo o tecnológico adopte la idea para fabricarla a gran escala. "No busco montar una fábrica, pero sí me gustaría que el proyecto crezca y llegue a más chicos. Si alguna empresa quisiera imprimir el diseño en la SUBE, el impacto sería enorme", afirmó.
Innovar desde la vocación docente
El profesor santiagueño no se detiene. Mientras sigue dando clases, ya piensa en nuevas herramientas para el aula. "Tengo más ideas en papel, pero requieren inversión y tiempo. Por ahora, no puedo dejar mis horas de clase, porque necesito trabajar, pero me apasiona desarrollar proyectos que motiven a los chicos a aprender", dijo.
Su propósito, asegura, va más allá de la tecnología: "Hoy los alumnos están muy atrapados por las pantallas. Busco que vuelvan a entusiasmarse con la clase, que aprendan manipulando, experimentando. GeoMetriCard nació de esa necesidad y de mi amor por enseñar".
Con ingenio y compromiso, Martín Cascales demostró que la creatividad docente puede transformar los desafíos cotidianos en soluciones concretas. Su tarjeta, nacida en un aula santiagueña, ya traspasó fronteras y se convirtió en símbolo de innovación educativa.