Dejar propina en un restaurante no es obligatorio, pero sí es una práctica aceptada como forma de agradecer un buen servicio. Sin embargo, hay personas que se niegan a hacerlo, aunque hayan tenido una buena experiencia en el lugar.
Desde la psicología, este comportamiento puede estar vinculado a rasgos de personalidad, experiencias pasadas o incluso a creencias más profundas sobre el dinero, el trabajo y las normas sociales.
Así, indican que no se trata solo de "ser tacaño", sino que puede reflejar actitudes más complejas como la desconfianza, la necesidad de control o la baja empatía.
También influyen factores culturales, económicos y personales. Mientras que algunos consideran que la propina es un reconocimiento justo, otros la ven como una imposición innecesaria o una responsabilidad del empleador y no del cliente.
Por qué una persona se niega a dejar propina
- Control excesivo: les cuesta ceder el control sobre cómo se usa su dinero, incluso en montos pequeños.
- Creencias rígidas sobre el dinero: piensan que cada gasto debe tener una justificación estricta y "medible".
- Desconfianza generalizada: sospechan que el servicio no fue genuino o temen ser "engañados" para dar más.
- Baja empatía: les cuesta ponerse en el lugar del otro o reconocer el esfuerzo ajeno.
- Ideología individualista: consideran que la responsabilidad de pagar bien a los empleados es solo del empleador, no del cliente.